En el principio ya existía la palabra.Lo que era Dios, era la Palabra. Esto nos revela una interconexión muy íntima de lo divino con lo humano. Una experiencia profunda, una experiencia mística, que hace que nos olvidemos de un Dios superior, externo, lejano y experimentemos a un Dios en nosotros. Esta relación de Dios con nosotros es la base de nuestro ser, con el que nos identificamos en lo más íntimo.
Creer en Jesús, creer en la Biblia, es creer en la persona. Así no se trata de creer en verdades dichas por Jesús, sino de creer en él. Esto vale también para la convivencia entre nosotros, tener fe es confiar en la persona; es vivir que el otro es para ti y tú para él. Confianza y fidelidad con las personas que vivimos y con los que nos rodean.
La Palabra se hizo carne, Dios que se hace uno con la criatura. En adelante no tendrá sentido buscar a Dios fuera del ser humano. Y esta es la “buena noticia” y esto es “Reino de Dios”.