Jueves Santo

“Si yo, el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, sepan que también ustedes deben lavarse los pies unos a otros”.

Lavar los pies era un servicio que solo hacían los esclavos. Jesús quiere manifestar que él está entre ellos como el que sirve, no como señor

Con el servicio Jesús nos enseña que nuestra grandeza no está ni en el dinero, ni el poder ni el domino, sino en parecernos a Dios que se da siempre a todos de manera incondicional y sin reservas.

La Eucaristía tiene el mismo significado de servicio que el relato del lavatorio de los pies. Jesús toma un pan y mientras lo parte y lo reparte les dice: esto soy yo.

Nos dice yo estoy aquí para partirme, para dejarme comer, para dejarme masticar, para desaparecer dando mi propia vida por los demás.

Nosotros hemos aprendido que recibir la Eucaristía es una forma de unirnos más a Dios y nos olvidamos de las personas y entonces la Eucaristía pierde su sentido.

Jesús hoy se hace visible en todas las personas que están “lavando los Pies” a los enfermos del coronavirus, en aquellos que con pasión, convencimiento y amor cuidan de los demás.

En el día de la institución del sacerdocio demos gracias a Dios por la vida de todos los sacerdotes que han fallecido en estos días víctimas de la pandemia, y varios que pudiendo salvar su vida se han quitado la máquina de oxígeno para que sea colocada a una persona más joven. El mayor signo de amor fraterno, dar la vida por los hermanos.

¿Soy pan que me parto y me reparto? ¿Soy Vida que me derramo para todos?

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