Hoy estamos Señor, a puertas cerradas la noche de la cuarentena ciega nuestro interior.
Tenemos miedo al virus, al contagio, al ángel de la muerte. Y tú una vez más en medio de nuestras comunidades y hogares.
Nos abrazas con tu presencia resucitada y nos ofreces tu paz , tu paz que venció a la violencia, tu paz que derrotó al opresor, tu paz que florece en tus llagas, en tu costado traspasado.
Tu paz que nos reconcilia con la madre tierra. Tu paz que es bálsamo de todas las heridas y consuelo para los corazones odesgarrados. Tu paz que traspasa todo encierro, que nos devuelve al primer instante creador, al primer momento en que nos llamaste, a lo mejor de nuestra humanidad, a lo más noble de nuestra existencia, al fundamento de la comunión.
Tu soplo vital nos compromete a ser testigos de tu perdón, a ser mensajeras de tu amor reconciliado a tejer redes, puentes y vínculos. Señor de nuestras vidas, Tú que eres el día en plenitud, Ilumina nuestra cuarentena, Que nada ni nadie enclaustre nuestro corazón, y nuestra esperanza en ti.
Inunda de paz las relaciones rotas, No permitas que la violencia se ensañe contra las mujeres, niñas y niños. Que no falte el pan en la mesa de los pobres, Que tu compasión nos movilice. Haznos creativas en el amor.