Yo personalmente me siento impotente y con mucho coraje al ver que tanta gente que hace caso omiso a las indicaciones que da el gobierno, al parecer no les importa su vida ni la de los demás y el gobierno tiene que seguir alargando la cuarentena. Cada día que amanece doy gracias a Dios por otro día de vida y pienso en mis hermanas de comunidad que están solas. Tampoco puedo salir a visitar a las hermanas de Lambayeque, lo único me queda implorar a Dios que las cuide a todas.
Si no fuera por esta pandemia ya estaría en mi comunidad retomando las actividades pastorales y educativas. Está muy claro que después de esta pandemia nuestro actuar será diferente; valoraremos más la vida y cuidaremos mejor la naturaleza.
Esta experiencia de estar fuera de la comunidad religiosa me ha permitido revisar mi vida personal y comunitaria; reconociendo que en momentos difíciles de la vida no estamos solas. Dios está presente en cada instante y además contamos con la protección de nuestros Padres Fundadores, por otro lado, el calor familiar refuerza el compromiso de testimoniar que Dios es misericordioso, que jamás nos abandona.
Quiero terminar este compartir con el salmo 23,1.4 “el Señor es mi pastor, nada me falta…aunque pase por quebradas oscuras, no temo ningún mal, porque tú estás conmigo”
Con cariño,
Hna. Hilda Granda