Cierre de mercados y varias instalaciones, pero no de la vida humana y sus necesidades básicas (Una reflexión personal)

Intuición para prepararnos:

Al escuchar un nuevo virus “Corona” desde enero del 2020 intenté aprender algo sobre ello. El 19 de marzo fue anunciado un “toque de queda para personas” por el Primer Ministro a nombre del virus. De alguna manera, sentí que esto era algo que había que tomarse seriamente y me inspiré para dar la información a los niños y nuestro equipo en nuestro centro. Durante la clase del 18 de marzo reuní a todos los niños del centro y traté de explicar:

  • ¿Qué es un virus y cuán serio es su efecto?
  • ¿Qué precauciones debemos tener?

Normalmente los niños de esta área no acostumbran a tener pañuelos o cubrir sus manos y nariz al estornudar o toser, por lo que me enfoqué en ese aspecto para que tomáramos las precauciones. También, ordené que no debían tocarse, tomarse de los hombros o caminar muy cerca o incluso tocarse cuando pelean.

Nuevamente el 20 de marzo me inspiré para llevar a cabo un seminario y reunirme con el equipo para darles completos detalles del origen del virus, como se propaga y a quien, los signos y síntomas de la infección, la necesidad de dar tratamiento tempranamente, la gravedad de la infección y como prevenirla. Todos comprendieron que era un tema de vida o muerte, por lo que necesitábamos cuidarnos a nosotros mismos y a los otros. Distribuimos mascarillas entre el equipo y oramos por el mundo.

Para mi sorpresa, el día inmediatamente después -22 de marzo- se decretó el cierre de mercados en fase uno. De hecho, no sabía qué implicaba este cierre ni como las personas se verían afectadas por el mismo. Muy pronto supe que los mercados, tiendas, lugares de oración, etc. Serían bloqueados y cerrados. Unos días después vino el sacerdote a nuestro convento, ya que nosotras no podíamos ir a la iglesia. Durante la Semana Santa, sentí mucho dolor por no haber podido tener la Sagrada Eucaristía, ya que el sacerdote no podía entrar a nuestra zona. Nuestra área fue rodeada de barricadas y cerrada por todos los lados. Comencé a escuchar ambulancias, a tener miedo de escuchar casos de Corona virus cerca de nuestra área. Desde ese momento, cuando oigo cualquier sonido de ambulancia me pongo a rezar “Señor lleva de vuelta a esa persona a su casa curada”. Desde ahí supe que nosotros también debíamos prepararnos para futuros días de adversidad.

Mi experiencia de Fe durante el periodo de confinamiento 

La Iglesia Universal, el centro SVD “Armadarsham” en Indore y nuestra diócesis nos entregaron la celebración de la Eucaristía y otras oraciones diariamente y según la importancia de los días de liturgia de manera online. Sí, fue doloroso cambiar a una pantalla nuestras necesidades espirituales, más aún cuando nunca lo habíamos hecho. Realmente oré para que se me pudiera dar tanta Fe.

Sin embargo, tuve en mi corazón la instrucción del Papa y los líderes de la iglesia, en las cuales dos palabras eran muy importantes: “Participar con Fe”. No se podía “ver ni observar”, pero si participar. Realmente esta frase me dio un significado para este crucial periodo, especialmente cuando no existe otra forma disponible para nosotros. Por lo tanto, comencé a participar en la Eucaristía diaria online, a pesar de que no podía recibir la Santa Comunión. Aquello también fue instruido con una oración especial que adapté, ya que sentía que algo me hacía realmente falta y que sabía pasaría un tiempo largo antes de volver a recibirlo, por lo que me preguntaba “¿Cuándo será el día en que esto terminará?” Tuvimos suerte a veces, ya que pudimos celebrar la Eucaristía en nuestra residencia y recibir la Santa Comunión, lo que para este momento era en realidad un privilegio.

Realmente agradecí a Dios por concedernos la facilidad de vivir la Eucaristía incluso en el periodo de confinamiento. Asimismo, agradecí por aquellas instituciones y personas que trabajaban muy duro para conseguirlo. Todo lo que necesitaba era “cambiar mi actitud” a la situación.

Mi lucha emocional y mental durante el confinamiento

Los primeros días pasaron y comencé a ver el apuro de las personas de barrios marginales hambrientos, quienes no podían resistir a salir corriendo de sus pequeñas casas de un área de 10 por 10 pies cuadrados donde vive una familia completa y sus pertenencias. Luego, pensé en los gritos frenéticos de la policía, quienes supervisan las reglas del confinamiento.

Mientras trabajamos con la gente de los barrios cercanos, mis primeros pensamientos se dirigen a ese aspecto, y sin sorprenderme, veo como la policía contiene el confinamiento utilizando bastones en sus manos mientras recorren los suburbios. Inmediatamente después que la policía se aparta del lugar, todas las personas salen de sus chozas. Lo que temo es que, si tan solo una persona en todo este suburbio está infectada, hará que esto se vuelva incontrolable, ya que las chozas están situadas una al lado de la otra por todo el lugar. No pude dormir por varios días temiendo por la situación de espacio e instalaciones en los hospitales, el personal médico y todo lo que se requiera, a pesar de que poco después las cosas cambiaron un poco. Ahora estamos en una etapa en donde aquellos que tienen dinero pueden tener un tratamiento apropiado en hospitales privados. ¿Otros?

También me vi afectada por el miedo de la gente en relación a cubrir sus necesidades básicas. Todos a esa altura estaban “cazando” comida. Pude escuchar algunas ONGs o agencias gubernamentales repartiendo paquetes de comida en algunas áreas de Bhopal. ¿Cómo se alcanzaría a cubrir vastas áreas de gente y cuántos serían cubiertos? Esa era mi pregunta. Estaba confundida y con dolor en mi corazón que quería ayudar, ya que la gente a nuestro alrededor, mujeres y niños especialmente, comenzaron a reunirse en nuestra puerta, ya que saben que tenemos un corazón que ayuda a otros, pero ¿Cómo podíamos hacerlo en esta situación? Nos quedamos en nuestro lugar temiendo que se propagara el Coronavirus, ya que la gente de los suburbios comenzó a moverse alrededor de nuestras puertas, las cuales estaban cerradas. La gente nos observaba.

Aquellos que viven bajo la línea de la pobreza eran afortunados si lograban recibir arroz o trigo, pero había trabajadores migrantes y otros que no tenían derecho a esas raciones y comenzaron a sentir el hambre y comenzaron a mendigar. Conversamos este asunto en la comunidad y sentimos que debíamos alcanzar la mayor cantidad de personas que pudiéramos. También sentimos limitaciones de financiamiento, fuerza de personal y vehículos. Era recién el 29 de marzo.

No obstante, comenzamos a utilizar el stock que teníamos guardado para las clases remediales de los niños y los repartimos a aquellos que venían a nuestras puertas. Luego, contactamos a nuestra provincial la hermana Zita y le explicamos la situación y plan para que recibiéramos su permiso para movernos durante el confinamiento. Ella nos apoyó y nos dijo que continuáramos con nuestro plan, pero teniendo mucho cuidado.

Posteriormente, conocimos al concejal local del gobierno, quien fue muy cooperador y nos ofreció la ayuda que nos faltaba, ya que como él nos dijo, teníamos un propósito muy bueno. Juntos nos movimos para recolectar productos, ya que había escases debido al confinamiento. Recolectamos con su ayuda todo lo que necesitábamos para que la gente pudiera cocinar inmediatamente y comieran en familia. Teniendo el apoyo del concejal, no solo solo fuimos capaces de recolectar más material, sino que también las autoridades del templo hindú de nuestro vecindario generosamente nos permitieron usar su auditorio para almacenar los productos, ordenarlos y empacarlos para ser entregados. Esto fue un signo de solidaridad y preocupación. Parte de nuestro equipo también cooperó con nosotros para ordenar y empacar los productos, a pesar del miedo de poder contagiarse con el virus.

Empacamos productos cuatro días para aproximadamente 1.000 familias. Nosotras, las hermanas Kusum, Betty y yo (Grace) oramos por el acompañamiento del Señor, tratando de seguir las instrucciones tanto de las autoridades como del concejero y su equipo de jóvenes voluntarios, quienes con sus vehículos intentaron llegar con los productos a las puertas de las familias que más necesitaban, incluyendo 18 familias de migrantes trabajadores de la construcción (quienes necesitan continuamente nuestro apoyo). Aun debemos encontrar formas para eso. Llegamos a cuatro de los suburbios más grandes y pobres. Tuvimos suerte de que el día que terminamos de distribuir los productos el país fue puesto completamente en confinamiento. Las personas que están hambrientas aun llegan a nuestra puerta a pedirnos algo de harina, arroz, algo de dahl, etc. Los ayudamos como podemos. También pasamos algunos días recolectando y enviando algunos zapatos viejos para aquellos trabajadores migrantes, quienes luchan por llegar a sus lugares de origen. Todas estas pequeñas obras, si bien son como una gota de agua en el océano, nos dan algo de satisfacción como las misionarias que somos y que también estamos luchando en esta situación.

Más tarde, postulamos al FONDO DE EMERGENCIA de “Manos Unidas” y pudimos ayudar a más de 1.000 familias. En esta ayuda, incluimos los fondos que recibimos de nuestras propias familias. Las hermanas Teresa y Wilma también pudieron ayudar antes del confinamiento. Lo que tenemos lo compartimos con la gente que viene a nuestra puerta. Aun hoy, 31 de julio, hay confinamiento en Bhopal (anunciado hasta el 4 de agosto) y aun no nos hemos visto sin comida.

Tenía mucho trabajo pendiente que no era capaz de llevar a cabo, pero comentaba repetidamente a mis superioras por ello, por lo que miraba esas tareas y trataba de hacer lo que podía. Sin embargo, desde diciembre que no tenemos ningún proyecto en realidad, por lo que la preocupación y la planificación fue puesto en mantener nuestra misión adelante. Cuando nuestra nueva propuesta de trabajo iba a ser aprobada por Manos Unidas, España también fue golpeada por el coronavirus severamente. Creo que este confinamiento permitirá completar los fondos de emergencia. Dios proveerá.

Lo que más se ha confirmado en mi vida ahora es que cualquiera que sea la lucha, Dios no deja sola a ninguna de nosotras que se ha comprometido con Él. Tenemos todo lo que necesitamos, sea material, espiritual o de cualquier otro tipo. Dios nos provee lo mejor y no hay duda en ello. Incluso la gente a nuestro alrededor me dice “Hermana, si necesita ayuda solo llámenos y vendremos a ayudarla”. “¡Es una seguridad maravillosa la presencia de Dios!” Somos tan agradecidas de todos quienes nos apoyan y ayudan. Mi Fe es segura “Si Dios está con nosotras, ¿Quién estará contra nosotras?

 Los ajustes a mi vida durante el confinamiento

Como normalmente lo hago, suelo comenzar mi día a las 5:30 a.m. Comienzo el día ejercitándome y luego participo en la Celebración de la Eucaristía online. Posteriormente, la comunidad ora y continuamos con nuestra ocupada vida. No ha habido ocasión en que haya estado aburrida o cansada, incluso si comienzo el trabajo a las 5:30 a.m. de manera continua parando pocas veces para hacer oraciones extras o comer, por tanto, no me doy cuenta como pasan los días. En medio de todo esto, a veces paso tiempo atendiendo a personas que vienen a pedir comida, granos, etc. Las oraciones de la comunidad y pasar tiempo juntas son muy útiles. 

Las reflexiones de mi experiencia del Señor naciente en mi vida durante el periodo de confinamiento

Cuando solía pasar por días secos en mi vida religiosa y no tenía interés en mi vida: Él me ha motivado a ir con Él y servirle, gritarle, pelear con Él y calmarme para escucharlo.

Cuando estaba en shock, bloqueada y no encontraba la forma hacia una vida normal: Jesús me tomó y llevó a un viaje durante un retiró y retiró el bloqueo que había frente a mí, llevándome a continuar sin miedo.

Cuando estaba indefensa y no encontraba a nadie que pudiese ayudarme o con quien compartir durante mis pioneros años en misión y había derramado lágrimas: Jesús repentinamente enviaba algunos ángeles para que estuvieran a mi lado a ayudar e impulsarme a trabajar con entusiasmo.

Cuando estaba confundida y llena de preguntas en mi interior acerca de mi vida, vocación y su propia presencia: el Señor siempre viene a mi lado a caminar conmigo, me toma de mi hombro y aclara todas mis preguntas como camino a Emaús.

Cuando sé que fallé y me pierdo: Él me motiva a retirarme, reflexionar y darme cuenta y luego de una buena confesión donde me encuentro con Jesús, vuelvo a casa.

Cuando he estado sin amigos y sola: Jesús ha venido a mi y continúa viniendo por medio de varias personas a quienes conozco y otros que no, para hacer mi vida interesante y festiva.

Cuando me distanciaba por las críticas, el sarcasmo y el ego de algunas personas: el Señor solía venir a mi y continúa viniendo a acompañarme para levantarme por la verdad siempre, sin miedo.

Cuando había estado tensa, ansiosa, preocupada y sin dormir: Jesús solía venir y siempre viene- tarde o temprano- a encontrarse conmigo ayudándome a relajarme.

Muchas más experiencias he tenido en este lugar y la situación que vivimos para agradecer la alabanza y confianza en Él. Cada vez que tengo tal tipo de experiencias canto el Himno M 15 (con labios alegres: Jesús eres mi salvación, inspiración…)

Hermana Grace O.P.

Comunidad Satyadeep, Bhopal, Madhya Pradesh

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