“TINIEBLA LUMINOSA”

El cantico rezado hoy, nos invita reflexionar sobre el texto de Apocalipsis 12,11: “No amaron tanto su vida que no temieran la muerte…”. La frase nos invita a dar la vuelta, una mirada atrás, de nuestra propia historia, de nuestra identidad, sensibilidad y los acontecimientos que llevan sentido y fuerza que manan desde la fe, desde un amor puro, sincero, valeroso y verdadero.

 

Hoy, la fiesta del polaco Maximiliano Kolbe, misionero en Japón que murió en Auschwitz para liberar a un padre de familia condenado a muerte, nos recuerda la gran expresión del verdadero amor, el ofrecer la vida por amor a Dios y los hermanos.

 

Desde hace décadas, hemos estado leyendo, escuchando, viviendo realidades vividas por las personas de Dios que dieron sus vidas por el país, por la misión exponiendo en riesgos la vida misma por la fe en Cristo. También, como el gran profeta para América Latina, Mons. Arnulfo Romero de El Salvador. Sin olvidar las instancias y situaciones fuertes que enfrentaron, con mucho sacrificio y sufrimiento solitario por nuestros fundadores: el obispo de Urubamba y Madre de Dios Ramon Zubieta y Les, OP y la Beata Ascensión Nicol Goñi, OP durante sus años de misión. Ellos, pusieron todo en la mano de Dios, en su providencia y gracia para la misión recibida. Así, vivieron como los demás que sueñan a dar respuesta a esta llamada de “servir y amar a Dios”.  También la entrega inolvidable en 1964 de las cuatro hermanas mártires de España: Justa, Olimpia, Buen Consejo y Cándida que fueron asesinadas en el Congo con numerosos religiosos y colaboradores de la Iglesia que hasta hoy siguen sufriendo lo mismo en los 5 continentes.  Son testigos y pruebas de que la muerte no es el final, “la fe siempre ilumina en las tinieblas”. Tiene razón San Gregorio de Nisa cuando describe a Dios como “la tiniebla luminosa”, que nunca pierde su ardor. Es como un faro de luz que indica la urgencia de un testigo que marca una pauta para la evangelización de un pueblo tan golpeado en este tiempo.

Me acuerdo en mi juventud, ciertas personas que son dignas de ser recordadas de mismo talante, entregado por la causa del amor a Dios, respondiendo generosamente al Dueño de la mies. Estas personas estaban amenazadas por la forma de entregar la vida a los necesitados, no por ser famosos ni por sus dineros, sino por el hecho de ser libres y grandes profetas para el pueblo filipino.

 

Un gran profesor nuestro en el noviciado fue el amable y alegre misionero, el admirable sacerdote italiano: Salvatore Carzedda, PIME. El punto central de su predicación y enseñanza fue el reto de “ser uno entre los hermanos” como punto de referencia de dialogar desde el evangelio de Jesús.  En su enseñanza se comprende que la unicidad de cada persona merece respetarse y amarlos como son. Con razón, sus estudios de cuantos años en la Meca, ha sido un punto central de su predicación, muy pocos meses antes de su pascua. Somos muy bendecidas, las 22 postulantes y novicias de la década 90, por haber escuchado y disfrutado de su compartir antes de su asesinato en la Calle de San José Gusu, en Zamboanga (Filipinas).

Además, en la misión de Siocon, las hermanas compartían la tarea, ilusión y riesgo con los misioneros italianos que marcan su cercanía, solidaridad y compasión a la gente y a la comunidad de misión. Vivían y hablaban en el dialecto como uno de los del parte norte de la península zamboangueña.

 

El religioso muy cercano y jovial en nuestra parroquia de San Antonio María Claret fue el sacerdote misionero, Roel Gallardo, CMF. Una persona silenciosa, profundo en su entrega y respetuoso a todos los que se acercaban. No hizo grandes predicaciones, pero, hablaba de la sencillez y perdón en comunidad en muchas ocasiones que celebraba la Eucaristía en Baliwasan, nuestra casa provincial. No tardo en tener otra asignación en la isla de Basilan y fue director de un colegio claretiano. La situación en aquella isla ha sido siempre con mucho riesgo de secuestro y violencia entre los que habitan y que trabajan por esa zona. No obstante, él fue secuestrado con unos profesores y alumnos. Finalmente, fue martirizado por defender a sus compañeros porque eligió en estar con las personas que trabajaban en el colegio que dirigió, porque fue un gran testimonio de ser hermano, defensor y pastor de su rebaño. Prefirió ser mártir que sucumbir a los deseos de los malvados.

 

La cuestión es, ¿seremos tan entregados a la misión como los que vivieron antes de nuestra época? ¿Cómo hemos llevado el fervor del GS 2 que nos impulsa y fundamenta nuestra identidad con Cristo? ¿Cómo valoramos las pequeñas entregas diarias y el reto de ser “mártir” en nuestros entornos? ¿No será de mismo motivo de evangelización, de anunciar y denunciar los abusos: el maltrato, la violencia doméstica, la corrupción, tráfico de personas y drogas y los comportamientos irregulares en la Iglesia? ¡Tantos sufrimientos silenciosos de la mayoría de las personas!

 

¿Cómo mirar y tratar los gestos de altruismo que tienen personas agnósticas, no creyentes e indiferentes a la Iglesia? ¿No son nuevas llamadas e interrogantes para configurar nuestra programación de vida de fe? 

 

En todo esto, como cita en LG 9: “…somos un pueblo que confesara en verdad y le sirviera santamente.” La Iglesia universal está en un camino de reflexión y cuestionamiento, en búsqueda de respuestas y siempre motivado para responder en el contexto, a la realidad más urgentes de nuestro mundo. Puede ser formas de martirio en todo lo que hay en la sociedad, en la humanidad. Cuanto queda para mantener y trabajar juntos para ganar no solo el pan de cada día, sino también la construcción de una fraternidad derivado por la gracia. Nuestra misión como Dominicas, no es cambiar el mundo por propio esfuerzo ni obrar maravillas, es estar para sostener y mantener activa la presencia de Dios en nuestro mundo tan herido y destrozado por la indiferencia y la ambición del hombre.

 

Somos llamados como hijos verdaderos para dominar el mundo no solo por la ciencia sino por el hecho de reconocer nuestra finitud, que clama una realización plena que solo reside en el Amor.                                                                      

Nini Rebollos

Comunidad de Acogida, Madrid

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