UNA COSECHA ABUNDANTE DE MEMORIAS

Un viaje nuevo que comenzó muchos años atrás ha encontrado su propósito el 8 de septiembre de 2020: “Primera profesión de ocho de nosotros, Novicias”. Esta es la respuesta a lo que nuestros corazones han estado buscando y anhelando por muchos años, el tesoro de nuestra “llamada”. Fue el 6 de agosto de 2019 el día de nuestra iniciación al año Canónico, un año en el cual tenemos que aprender mucho: a aceptar, a recibir, a dejar ir todo lo que no es necesario. Un viaje que nos ha enseñado el significado real de ser una discípula de Cristo en una forma misionera. Ha plantado la semilla de una eficacia fiel y amorosa a nuestra vocación, la esencia de nuestro ser. Nuestros corazones están encendidos cada día mientras nos encontramos con Cristo en cada una de nosotras, en nuestros formadores y esas personas que voluntariamente nos han apoyado y acompañado en diferentes formas.

 

Hoy es el día de la cosecha del primer fruto, considerado como un nuevo capítulo de vida. Hay mucho por lo que estar agradecida, no hay palabras que expresen cuán agradecidas estamos de pertenecer a la congregación de las Hermanas Misioneras Dominicas del Rosario. Hemos tenido el apoyo del Consejo General desde que comenzamos nuestra formación hasta hoy, nuestra primera profesión. Tenemos el apoyo de las diferentes provincias alrededor del mundo donde las Misioneras Dominicas del Rosario están presentes, pero por sobre todo, tenemos el apoyo de la Provincia de San Luis Beltrán, nuestro hogar donde somos bienvenidas, levantadas, nutridas y crecemos física y espiritualmente. Ya que nuestro viaje del Noviciado ha llegado a su destino, nos gustaría detenernos un momento para disfrutar nuestra gratitud por todas las bendiciones que hemos estado recibiendo. Agradecemos a Dios por todas sus abundantes bendiciones que nos bañan cada día, por ser nuestro Padre, el Verdadero proveedor de todo para nosotras. Hemos probado su bondad, Su amor y presencia sin fin en todas las hermanas de la congregación, especialmente en “nuestras tres formadoras”. Hemos llegado a creer en su promesa, que dice “No temas porque estoy contigo”, ya que nos hemos encontrado con Él en nuestra comunidad: en nuestra oración y mientras compartimos nuestras vidas. Hemos visto a Dios en las sonrisas de nuestras hermanas, en su alegría, en su escucha, en sus temperamentos más altos y bajos, en los sacrificios que hacen por nosotras para crecer en la forma de las Misioneras Dominicas del Rosario. En sus fortalezas y debilidades, hemos aprendido mucho y hemos hecho nuestro equipaje de conocimiento, sabiduría y amor. Gracias a todas las hermanas en esta congregación, quienes se han convertido en la mano amiga de Dios para cada una de nosotras en nuestro crecimiento. Sus oraciones y apoyo nos han dado fortaleza para seguir a Cristo e imitarlo diariamente.

 

Mientras celebramos nuestra primera profesión, también celebramos nuestra alegría y amor por ser Misioneras Dominicas del Rosario, lo que se ha convertido en nuestro real HOGAR gracias a ustedes, queridas hermanas. Nuestra celebración es simple, pero emocionante y significativa. No extrañamos nada porque tenemos todo de ustedes, su amor y apoyo. Mientras iniciamos la Eucaristía, vemos y sentimos la presencia de Dios y nuestros padres en todas nuestras hermanas que están lejos y cerca. No hay oportunidad para que nos quejemos, sentirnos tristes o solas, porque lo tenemos todo, así como tenemos todo en Cristo. No sentimos que estemos lejos de nuestro hogar y nuestro país, porque tenemos nuestras hermanas filipinas, nuestros tres formadores con nuestras tres jóvenes y promisorias hermanas.

 

Realmente estamos convencidas que cuando apoyamos, nos preocupamos y nos amamos las unas a las otras, podemos erradicar la pena y la soledad, podemos incluso desvanecer los miedos y preocupaciones también. Mientras estemos unidas, nada es difícil. Creemos que nuestro tiempo y palabras son limitadas, pero la llamada de nuestro Señor no tiene límites en su amorosa recompensa por toda tu bondad. Somos las más bendecidas, no por nuestros logros, sino por todas ustedes quienes han sido una bendición para todas nosotras. El 8 de septiembre del 2020 se hizo realidad el más precioso sueño en nuestras vidas gracias a ustedes. Nuestro viaje del Noviciado tiene la prioridad de moldearnos para esta vida. Gracias a todas las hermanas mayores en Filipinas por cuidar a las Misioneras Dominicas del Rosario hasta el día de hoy. Todas ustedes tienen una contribución igualitaria en el éxito de las hermanas más jóvenes. Nuestros tres formadores, que son jóvenes en corazón, mente y espíritu son la bendición impagable de nuestra vida. No podríamos estar donde estamos hoy sin su inspiración y apoyo. Gracias a todas por su guía y los abrazos de bienvenida que nos han dado desde el 22 de julio de 2019. Realmente, este día (8 de septiembre) no se desvanecerá ni se marchitará. En medio del Covid-19, olvidan sobre el peligro del virus, pero ustedes arriesgan su vida para darnos refugio y mucho confort. Pareciera ser que el Covid-19 no tiene poder sobre nosotros porque de nuestro amor y nuestras muestras de cariño son más grandes que su transmisión. Con tu presencia entre nosotras encontramos tranquilidad spiritual. No estás satisfecho con enseñarnos en casa, nos envías a aprender de otros, fuera de nuestra comunidad.

Gracia a nuestro Consejo General y hermana Raquel, debemos dar apoyo y continuar la presencia. Su maravilloso espíritu y sólida fe nos ha inspirado a ser mejores personas, tanto como Cristianos y Religiosas. A nuestras tres hermanas más jóvenes, quienes se han convertido en una fortaleza durante nuestra preparación para la profesión, sepan que nada les falta en medio del Covid-19.

Estamos agradecidas también de la comunidad de P. Noval, en Manila por compartir contantemente y sin fin en nuestro viaje. A la hermana Conchie Santiago, quien representa nuestra congregación al aceptar nuestros votos. Agradecemos a las hermanas de la comunidad Teresa en Rizal por su solidaridad y colaboración a través de la Hermana Yeni (quien estuvo con nosotras por casi dos semanas para practicar las canciones -nuestra mejor guitarrista para nuestra liturgia). Todo fue bien hecho. A pesar de que muchas hermanas de nuestra Coordinadora Provincial y previos formadores no pudieron estar presentes, las tuvimos en nuestro corazón. Creemos también que estamos listas en nuestros corazones. Nuestro primer paso como misioneras iniciadas en esta primera profesión, ha vuelto nuestra alegría verdadera por ustedes. Gracias a todas las hermanas de la Provincia San Luis Beltran por todos sus regalos. En realidad, gracias por todo.

Noviciado Continental Asiático

Hermanas Cecilia, Dionisia, Felizarde, Rosaria, Themar, Annie, Madalena.

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