Reinventar nuestras celebraciones

Vivimos tiempos especiales en medio de una pandemia que no da tregua, en distintos puntos de nuestro mundo vuelve una y otra vez con sus rebrotes. ¡Qué llamado tan grande a nuestras vidas para ir pensándonos y viviendo de otra manera! Poco a poco vamos aprendiendo a reorganizar nuestra vida para que el semi-aislamiento no sea alejamiento de la vida de la gente y debilitamiento de nuestras opciones y de las grandes causas que con frecuencia nos recuerda el Papa Francisco.

 

En este nuevo aprendizaje, nuestras celebraciones van acentuando algunos aspectos un poco olvidados y que son fundantes en la experiencia de las primeras comunidades de discípulas y discípulos de Jesús. Se reunían en sus casas en torno a la Palabra y en su celebración hacían memoria de lo que Jesús les había enseñado.

 

El día 12 de octubre nuestra comunidad de San Cristóbal de las Casas-Chiapas-México, dimos gracias por los 50 años de mi compromiso en la Congregación, fue un momento de hacer memoria del caminar con tantas hermanas, tantas personas, en tantas situaciones, lugares y búsquedas constantes…

 

Nos reunimos 12 mujeres, cinco de la casa Rosa, Geraldina, Blanca, Nikky y yo y siete invitadas muy relacionadas con el compromiso de mujeres que fueron acompañadas y compañeras de María del Carmen Martínez y fieles a una Iglesia en la línea marcada por Jtatic Samuel.

 

La celebración estuvo centrada en la comunidad, nosotras, convocadas en torno a la Biblia y la Eucaristía. La Divina Ruah se hizo presente en cada una de nosotras iluminadas por la palabra de Isaías (42, 6-9) y del evangelista Lucas (4, 16-21); en un principio consideramos un atrevimiento apropiarnos de esas palabras, pero a lo largo del compartir nos dimos cuenta que verdaderamente éramos una comunidad con Espíritu, mujeres llenas de Espíritu, llenas de vida y experiencia.

 

Fue un momento de avivar nuestro compromiso y sembrar nuevas semillas de ilusión en las participantes. Geraldina, que inicio la celebración recordándonos el llamado de Jesús a cada una de nosotras por nuestro nombre, nos dio una madeja de lana para que cada una fuera respondiendo y formando una red. Red, que se debe fortalecer en próximos encuentros. Nos habló de Amerindia como un espacio abierto que nos puede ayudar a mantener nuestras lámparas con suficiente aceite para que el desánimo no toque nuestros corazones.

 

La celebración fue larga, porque compartir doce mujeres lo que hay en su corazón a partir de la lectura y la vida es algo grande. No falto la unción que cada una de ellas me hizo en alguna parte de mi cuerpo para infundirme más fuerza. Se utilizó perfume de sándalo.

 

Al final tuvimos nuestros tamales y más, que Rosa con tiempo lo había previsto. Las hermanas de la casa, a pesar de que habíamos preparado la celebración me sorprendieron con muchos detalles. Agradezco también, a las hermanas que en la distancia se sintieron unidas a nosotras. En los tiempos de la tecnología no faltaron las fotos que dejan constancia de nuestro encuentro, aunque no puedan reflejar toda la vida y experiencia de nuestra celebración.

 

En este momento solo me queda agradecer a nuestra Familia Religiosa por los cauces abiertos para desarrollar nuestro compromiso misionero. Dar gracias por nuestros mayores que nos han precedido: santo Domingo, Nuestros padres Fundadores, mis padres que en su sencillez me formaron en valores, tantas hermanas y personas que son parte de mi historia y me han hecho lo que soy hoy después de 50 +23 años.

 

¡Gracias a Dios Padre/Madre de todas y todos y gracias a todas ustedes!

 

Con cariño,

Humbelina del Caño

 

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