MARÍA ANTONIETA DESDE LA COMUNIDAD DE CUSCO NOS COMPARTE:

Queridas hermanas toda vez que nos ponemos a compartir nuestras vivencias al sentarnos en una mesa, en un rincón de la casa, en los pasillos, en el camino, andando por la calle; tejemos amistad, crecemos en actitudes de escucha.

 

En este tiempo de la pandemia compartida en el mundo entero, extrañamos todos los espacios gratuitos porque nuestros medios de comunicación no sé si se han reducido o ampliado a una llamada telefónica, a mensajes, reuniones zoom, meet…. Hemos dado saltos tecnológicos y estamos cada día aprendiendo a reinventarnos cómo ser más cercanas entre nosotras y romper las barreras de las distancias físicas. En mi experiencia desde la comunidad de Cusco reintegrándome al trabajo educativo voy encontrando dificultades, pero también aspectos de importancia en esta labor virtual.

 Considero que, al estar ubicada en la Institución Educativa Santa Rosa, en el centro de la ciudad, las estudiantes prácticamente todas, tienen acceso al servicio de internet, salvo algunos momentos por fallas de conexión u otros motivos. Sin embargo, quiero igualmente manifestar que en la Comunidad Educativa vamos insistiendo a desafiarnos en el trabajo de equipo, a compartir nuestras inquietudes, nuestros materiales, a reconocer que nos necesitamos unas de otras (porque siempre hay alguien que puede tener más creatividad en estos medios) mantener mayor contacto con los padres y madres de familia para comprometerlos en el acompañamiento a sus hijas, es en esta realidad que el servicio de ESCUCHA Y ACOMPAÑAMIENTO es fundamental, porque por la misma situación cada padre de familia, cada adolescente, compañero de trabajo, vive su problema, en la relación intrafamiliar, vecindario, amigos y demás, aunque muchas veces sean vínculos funcionales, ayudan a la salud psicológica, espiritual frente a tantas pérdidas de todo tipo, económico, social, duelos,   provocado por la pandemia.

 

No he podido conocer personalmente a ninguna de las 209 estudiantes con quienes comparto las experiencias de aprendizaje a través de las áreas de Religión, Quechua, Desarrollo personal ciudadanía – cívica y Tutoría, hago el esfuerzo de entrar en el ritmo de que “todo está conectado”. Esta pandemia, con los protocolos respectivos, ha hecho que los medios para crear vínculos se encuentren mediatizados por la tecnología virtual en todo tipo de relaciones. La personalidad, emociones y afectividad han tenido que ser recreadas.

 

Este servicio educativo virtual ha desenmascarado también, sobre todo en nuestro País, el Perú, el reconocimiento que el servicio de internet es un Derecho Humano. Pero a la vez esta virtualidad ha abierto más brechas entre las que tienen posibilidades y las que no, no solamente porque somos un país diverso geográficamente, sino porque las condiciones de empobrecimiento se ha profundizado más por la pandemia. Los y las estudiantes de zonas rurales y zonas Urbano marginales, simplemente no tienen acceso a la educación y esto nos vuelve a plantear como Misioneras Dominicas del Rosario, nuevos desafíos, retos y volver la mirada y el compromiso coherente y exigente  en nuestra Opción preferencial por las y los empobrecidos aquí y allá, a todas nos  plantea nuevas formas de evangelización, radicalidad en la misión de llegar a cada una de las estudiantes, padres de familia, colegas,  nuevas formas de  relación, las cosas, nuevas formas de vivir en comunidad, nuestras relaciones con Dios, con los demás, la madre tierra y con nosotras mismas que reafirme nuestro ser. Hay tantas cosas a compartir que seguramente aguardamos para cuando sea posible. Gracias.

Con cariño Antuca.

María Antonieta Segovia Torres

Comunidad de Cusco

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