Las personas santas no saben que lo son, simplemente los otros lo ven porque se sienten aceptados, acogidos y amados, tal y como son.
Las bienaventuranzas nos enseñan que por encima de cualquier dolor triunfa la vida, el bien, la alegría, el amor. Cuántas “buenas noticias” hay ahora mismo y no se dicen. La pandemia puede ser un tiempo de oportunidades para muchos, tiempo de encuentro con nosotros mismos y los demás, de solidaridad, de interiorización. Y de descubrir a Dios presente en todo y en todos.
“Ser santo es descubrir el amor de Dios que nos llega sin mecernos y
corresponderlo desde nuestra capacidad humana”.