SE HACE CAMINO AL ANDAR

Todas y todos hemos experimentado el paso de la pandemia en nuestras vidas, comunidades y misión a lo largo del año.

 

En Kirigueti, (selva del Perú) hemos tenido tiempo a comienzos del año para hacer una buena planificación del trabajo pastoral de las dos Parroquias y visitas a las comunidades nativas del Bajo Urubamba. Cuando intentamos llevar a la práctica lo programado y realizar nuestras primeras salidas, llegó el confinamiento y las medidas decretadas por el Gobierno para prevenir el contagio. También los nativos tomaron sus precauciones, no permitiendo la entrada y salidas de sus comunidades bajo ningún pretexto.

 

Se hizo necesario tomar medidas frente al COVID-19, ya que su llegada se veía próxima y la vida de mucha gente corría peligro. Primero contemplamos la realidad: Postas de Salud desbastecidas de medicamentos, sin oxígeno ni materiales de prevención; con una población vulnerable y sin hospitales cercanos a donde enviar a los casos más graves.

 

Sin esperarlo ni solicitarlo, nos llegaron donativos de diferentes entidades y personas solidarias, los cuales hicieron posible la compra de los medicamentos utilizados a nivel del Ministerio de Salud para hacerle frente al virus, proporcionando a los Centros de Salud de un buen lote de medicinas y materiales de prevención para el personal. Añadiendo también concentradores de oxigeno.

 

Con el deseo de evitar el contagio de los pobladores de las dos Parroquias y sus 20 comunidades nativas, preparamos materiales básicos de prevención para entregar a cada familia compuesto de mascarillas, jabón líquido y recipiente de agua con caño de 20 litros, para el lavado de manos. Dicha entrega fue acompañada de charlas de salud en los siete barrios de Kirigueti.

 

Cuando el COVID-19 comenzó a llegar a los sectores más cercanos y el Centro de Salud dio inicio a la aplicación de las pruebas rápidas, aparecieron los primeros casos en Kirigueti, los cuales iban en aumento en la medida que se iba haciendo el sondeo. Saltaron las alarmas y volvimos a la acción. A falta de hospital había que acondicionar las aulas de las clases de primaria para recibir a los contagiados y enfermos. Milagrosamente o por razones naturales, las personas contagiadas eran asintomáticas y solo permanecieron en cuarentena.

 

Otra tarea que implicó mucho esfuerzo y dedicación fue el de mantener la comunicación y el aprendizaje de manera virtual y en algunos casos presencial, con los 60 adolescentes que año tras año son acogidos en la residencia de la misión para realizar sus estudios secundarios, ya que en sus comunidades solo cuentan con la educación primaria. También se les hizo llegar a sus comunidades los alimentos que el Gobierno da a los alumnos en etapa escolar.

 

En la actualidad podemos decir que la vida se ha normalizado, aunque seguimos sin clases presenciales y continúa restringido el transporte fluvial a través de cual se puede viajar y abastecernos alimentos.

 

Damos gracias al Dios de la vida por el bienestar de la gente, y porque todos los miembros de la misión nos encontramos en buen estado de salud. Sigamos pidiendo para que pronto cese en el mundo la pandemia del COVID.19 y trabajemos todas para radicar la pandemia del hambre, la violencia, la injusticia y todas aquellas que impiden a millones de personas gozar de una vida más humana y feliz.

Lola Priede Miranda

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