CELEBRACION DEL CENTENARIO DE MONSEÑOR RAMÓN ZUBIETA

Nosotras, Misioneras Dominicas del Rosario, estamos de nuevo viviendo un Año Jubilar. Hace poco más de 2 años, celebramos el Centenario de la Fundación de la Congregación y ahora estamos iniciando este año que nos lleva al Centenario de la muerte de Monseñor ramón Zubieta y Les. OP, nuestro Fundador, que ocurrió en el día 19 de noviembre de 1921. Es una feliz coincidencia que este Centenario ocurra en el mismo año en el que en la Familia Dominicana celebramos los 800 años de la muerte de Santo Domingo. Son desafíos fuertes a nuestra fidelidad, a nuestra gratitud y nuestra alegría por Nuestros Mayores que tenemos la suerte de tener en nuestras raíces. Mons. Zubieta fue una persona verdaderamente extraordinaria que da mismo gusto y placer conocer. Su vida y misión merecían un buen libro, una buena película. No tengo ninguna duda.

 

Nació en España, Navarra, en 1864. Desde niño tuvo una devoción especial a María, tal vez debido a un Santuario Mariano que quedaba cerca de su tierra. También desde niño quiso ser sacerdote y dominico. Un día, siendo todavía muy joven, dijo a su tía que quería ser dominico y como ella quería quitarle esa idea de la cabeza, él le respondió: “Dominico he de ser porque así la Virgen lo quiere”

 

Su sueño era ir a China como misionero, atraído por los Dominicos mártires, pues también él quería dar su vida por Cristo. Sin embargo fue Filipinas su primer destino misionero. Aquí estuvo preso durante 18 meses, juntamente con otros muchos misioneros, y fueron víctimas de sufrimientos horribles que dejaron secuelas en la salud de Mons. Zubieta. Algún tiempo después de su liberación, fue nombrado Obispo de una extensísima zona de la selva amazónica peruana, el Vicariato de Puerto Maldonado, que hace dos años el papa Francisco visitó y se encontró con una representación de los pueblos indígenas.

 

Era un territorio desconocido, cruzado por ríos casi imposibles de atravesar y que él navegó a pesar de los enormes peligros que corría para llegar hasta las diferentes tribus y allí llevar la Buena Nueva de Jesús. Una de las veces murieron todos los que le acompañaban y sólo él se salvó.

 

Sus méritos como descubridor y por todo lo que hizo para llevar hasta esos grupos humanos todo tipo de ayuda le valió una condecoración del Gobierno de Perú.

 

Mirando la realidad y las condiciones en que vivían esta tribus, sobre todo, viendo las condiciones en que vivían las mujeres, se dio cuenta inmediatamente que la presencia de Religiosas en aquel medio era absolutamente esencial. A pesar de todas las críticas, pues muchos pensaban que la idea era de locos, él decidió con la autorización de la Santa Sede, ir a España, a los Conventos de dominicas a buscar a Monjas que voluntariamente fuesen para esas misiones. Luego, en el Convento de Huesca encontró 4 voluntarias, entre ellas, la Beata Ascensión Nicol, nuestra Co-Fundadora.

 

Fue extraordinario en la defensa de los derechos de los indígenas, pues ya en esa altura, tal como ahora- recordemos lo que está sucediendo con los

 

incendios sin fin en estas zonas amazónicas, promovidos por gentes sin escrúpulos que sólo quieren lucro- eran extremadamente explotados. Para y por defenderlos, sufrió inmensas persecuciones, pasó enormes sacrificios, llegando a refugiarse en la selva para que no lo matasen.

 

Era un hombre, en el verdadero sentido de la palabra: muy humano, abierto, simpático, luchador, empeñado, inteligente y con una capacidad de organización enorme. Era un amante de la Eucaristía, tiene cosas muy bonitas en este campo, un amante del Rosario, un Misionero, un Santo, una imagen de San Pablo del siglo XX…Déjenme que diga que tengo/tenemos un enorme orgullo en él y por él, por su vida, por su historia y me/nos sale de modo espontaneo: ¡Gracias Señor! Esta alegría es la que me/nos hace dar a conocer su vida.

 

Su proceso de canonización ya está en Roma. Si alguien quiere conocerlo mejor, encomendarse a él y comunicarnos algunos favores por él concedido, es con mucha alegría y agradecimiento que los recibiremos.

 

Deolinda Rodrigues

Portugal

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