QUE VIVA EL CENTENARIO

Muy queridas hermanas: En este comienzo del Centenario de nuestro Padre Fundador, la posibilidad de poder comunicarnos con todas ustedes lo consideramos algo muy grande, así que nos gustaría compartir con mucha alegría y entusiasmo nuestros primeros pasos en el Juniorado Congregacional.

 

Nos trasladamos a la comunidad del Juniorado el 22 de Julio y como sabrán comenzamos oficialmente el día de la fiesta de nuestro Padre Santo Domingo; estos días vividos en la nueva comunidad nos sirvieron para ir conociéndonos poco a poco. La experiencia que estamos viviendo es buena, nos sentimos animadas y felices en la comunidad donde cada una comparte sus experiencias, sus dones, sus ideas y con ellas todas nos enriquecemos.

Los días anteriores de comenzar en el Instituto Juan XXIII nos sentíamos frente a un gran desafío, el de la lengua, nos daba miedo pensar si llegaríamos a comprender al profesor, si nos entenderían cuando hablábamos… ahora ya con dos meses de asistir a las clases y hacer algunos trabajos sentimos que si que podemos, que nos defendemos bastante bien aunque siempre existen las dificultades así que agradecemos a nuestra hermana General y su equipo por esta oportunidad que nos ofrece de estudiar en este Instituto y poder poner al día, poder actualizar la Pastoral. Nos ayuda a profundizar en nuestra vida teniendo presente la misión. Estamos también contentas con nuestras hermanas que siempre están disponibles a ayudarnos en nuestra formación y lenguaje de español.

 

Guardamos en nuestro corazón tres fechas muy importantes, que las hemos vivido de una manera muy especial y bonita: Nuestra Madre delRosario, la de nuestro Padre Fundador y el de nuestras hermanas mártires.

 

Organizamos un triduo y adornamos muy bonita la capilla, resaltamos la figura de María en la Iglesia y su discreta y sencilla participación en el Proyecto de Dios. A esto siguió una comida vivida en un ambiente de alegría y de fraternidad que siempre es bueno para estrechar nuestras relaciones y hacerlas crecer cada día un poco más.

 

Para el día de nuestro Padre también nos preparamos con un triduo donde se nos ofreció la ocasión de profundizar en su vida y misión, detenernos a pensar como trabajó siempre con los que no tenían voz, con los que no significaban nada. Nos enseña a tener compasión, a tener una gran capacidad de escucha, a respetar y aceptar a todos pero especialmente a los más pobres.

 

Es un gran ejemplo para nosotras y su espíritu nos impulsa hacia la misión. La fiesta de nuestras hermanas Mártires, la hemos vivido esta vez de una forma diferente y muy profunda:

 

Hemos tenido el privilegio, la gracia de escuchar todo lo ocurrido en 1964 en el Congo, directamente por una hermana que vivió y experimentó todos los acontecimientos, nuestra hermana Ana Alcalá. Estábamos emocionadas, era una experiencia tan fuerte… ella también se emocionó, no teníamos palabras pero nos hizo descubrir lo grande y valiente de la entrega hasta el final y además vivida con alegría y mucho amor.

 

Ellas decían: “nuestro camino es el de Dios y si hemos de morir, moriremos, pero no podemos abandonar la misión” Su fidelidad hasta el final… Estamos seguras que nos miran y nos ayudan desde el cielo.

 

Un fuerte abrazo para cada una de las hermanas, allí donde nos lean.

Teresa, Briska, Cecilia y Tete

Juniorado Congregacional

Madrid

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