Una Navidad Distinta

Todas nosotras conocemos muchas situaciones que han hecho de la Navidad del 2020 una celebración distinta. En muchas reflexiones se nos invitaba a centrarnos en el Misterio de Belén despojado de adornos, regalos, luces… y tantas cosas que nos desvían de la primera Navidad. Aun así, al colocar nuestro Belén nos encontramos con esas imágenes que tanto nos gustan. Una María blanquita y bien vestida mirando con ternura al Niño, un José consciente de su papel protector/custodio de la familia y un Niño con su pañal blanco y una piernita levantada. ¡Qué ternura y devoción alimenta en nosotras! Un cuadro que nos evoca muchas navidades vividas en familia…

 

Pero, ¿qué sucede cuando el niño llama a la puerta y ya no es tan niño? Cuando el niño/grande que llama viene con hambre, sucio, abandonado y despojado de su dignidad. Esa es la situación que se nos ha presentado este año. El niño se llama Nicolás.

 

Nicolás ha venido cada día pidiendo algo, unas veces venía solo y otras apareció con otros dos compañeros en la misma situación. A veces nos resultaba molesto, nos cogía desprevenidas, no teníamos nada para compartir en ese momento… El con mucha paciencia nos preguntaba, “¿a qué hora puedo venir?” Y es que todas las horas son buenas para la persona que tiene necesidad, por eso volvía una y otra vez.

 

Nicolás ha sido, sigue siendo, el Niño de Belén que ha acompañado nuestra oración, conversación y compromiso estos días. A la hora de preparar la comida había que contar con él. Pero no piensen que somos tan buena gente, ya le estamos poniendo condiciones: “Nicolás te tienes que cuidar, tienes que dejar el trago, tienes que andar limpio. Te daremos comida el día que vengas bien.”

Él ya nos habla que le han ofrecido un trabajo, que quiere conseguir un dinero para comprarle algo a su compañera para año nuevo. Ella estaría dispuesta a recibirle nuevamente en la casa si cambia su situación. “Claro Nicolás, está muy bien, pero cuando tengas el dinero no te lo vas a beber, tienes que guardarlo y cumplir tu palabra…”

 

Creo que todas conocemos algún Nicolás y tal como se visualiza el futuro pueden ser muchos más. Por eso estamos invitadas de cara al próximo año 2021 a seguir soñando y aportando nuestro granito de arroz/maíz para construir un mundo donde nadie quede excluido. Un mundo como lo han soñado muchos hombres y mujeres, nuestros Padres Fundadores, como lo quiere Dios para todos los seres creados. Un mundo que desde la fragilidad de la cueva de Belén nos lanza un mensaje de algo nuevo tiene que surgir en el Pueblo, donde todos los Nicolás encuentren trabajo y recuperen su dignidad, así la fraternidad humana será verdaderamente humana.

 

 San Cristóbal de las Casas – Chiapas -México

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