Dios se nos manifiesta a todos y siempre. Dios está llegando desde dentro, desde el corazón.
Quizá el miedo de Herodes también es nuestro miedo porque amenaza nuestro ego. No nos conviene un Dios que no potencie nuestros deseos egoístas. A veces decimo yo no creo que Dios sea así, en vez de decir no me gusta, no me conviene creer en ese Dios que es amor pleno, que acoge a todos sin condición.
Estaríamos más dispuestos a adorar a un Dios que potenciara nuestras seguridades y nuestro poder. Un Dios que reine y nos haga reinar gracias a nuestros méritos, que castigue al que nos parece malo, que separe buenos y malos.
Los magos salen de su tierra para buscar a Dios, nosotros tenemos que salir de nuestras falsas seguridades para poder encontrarlo. Dios está en todos a la misma distancia. Quizá sea necesario pasar lugares y tiempos sin que podamos ver la estrella, hasta encontrarnos con el que lo llena todo.
Ante millones de estrellas que brillan en el cielo los magos descubre a Jesús. Nosotros ante tantas “estrellas” que nos llaman la atención tenemos que descubrir la esencial, la que da sentido a la vida.