DOS MISIONERAS, HICIERON FLORECER NUESTRO DESIERTO…

“Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá; y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá jamás” (Juan, 11, 25-27)

Queremos hacer memoria agradecida de dos Misioneras Dominicas del Rosario, Camino Elizari (Madre Reyes) y Teresa Lacunza (Madre Vianey) que han partido a la casa del Padre. Camino el día 26 de enero y Teresa el 6 de febrero; ellas entregaron sus mejores talentos al servicio de la educación y formación cristiana de las niñas/os, mujeres, comunidades y familias del norte de Chile y Bolivia.

Damos fe, de la fecundidad de sus vidas, entregadas a la causa de Jesús, capaces de soñar un mejor futuro para los hermanos y hermanas con quienes compartieron el proyecto misionero.

Españolas de nacimiento y latinoamericanas de corazón, supieron encarnarse en nuestra realidad y gozar con nuestras alegrías y sufrir con nuestros dolores como pueblo, dejando profundas huellas en las personas que educaron y formaron.

Ambas fueron buenas hermanas, mujeres desprendidas y firmes misioneras, que hicieron vida el carisma de nuestra Congregación.

Hermana Camino, mujer sencilla, cercana, supo guiar y mostrar el camino de la fe, la verdad, bondad y solidaridad a cada una de las niñas y jóvenes que educó y formó, su amor por la música y el arte le llevaron a enseñar hermosas danzas de su tierra. Acompañó con cercanía y sencillez a las comunidades cristianas de la Villa San Rafael y aún en su vejez siguió participando en la secretaría de misiones en Pamplona- España.

Teresa, mujer alegre, valiente, líder, recta, estudiosa, impulsó proyectos para que los niños y niñas tuviesen una educación sólida y con valores conforme al evangelio de Jesús. En Bolivia le recuerdan consiguiendo piedras para la construcción de la escuelita en una zona de La Paz, llamada Pura Pura.

En Chile fue formadora y guía de muchas generaciones de estudiantes, gozaba con sus logros y les animaba a superarse. Se hizo cargo de la Parroquia de Lourdes en Antofagasta y promovió la formación de los laicos, acompañó a los bailes religiosos. En Santiago disfrutaba acompañando a la comunidad de señoras de la Capilla “Los Carmelitos” dando talleres bíblicos y visitando enfermos, servicio que realizó en la capilla “Pablo VI” en Pudahuel y Capilla Nuestra Señora de la Paz, en la población La Legua.

Ya en la casa de hermanas mayores no olvidaba “Si vas para Chile… y se le iluminaba su rostro de alegría cuando escuchaba esta canción.

Descansen en paz queridas hermanas, Dios les recompense todo el bien que hicieron en nuestra tierra, las semillas que sembraron siguen dando frutos en cada uno/a de las personas que tuvimos la dicha de conocerlas y compartir con ustedes.

Agradecemos de corazón las muchas condolencias que nos han hecho llegar de diferentes ciudades.

“Sólo se hace el bien a las personas en la medida que se las ama”

Misioneras Dominicas del Rosario.

(Publicado en el periódico El Mercurio de Calama)

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