MARÍA, LA MUJER QUE DIJO NO

“En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen casada con un hombre llamado José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.

Al entrar en su casa, el ángel le dijo: “Alégrate, llena eres de gracia, el Señor es contigo”. Al escuchar estas palabras, se sintió perturbada y se preguntó qué significaba el saludo. El ángel le dijo: “María, no temas, porque has hallado gracia ante Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás Jesús. …” María dijo al ángel: “¿Cómo será, si no conozco hombre?” (Lc 1, 26-34)

Por increíble que parezca, María es la mujer que desafió la historia de la humanidad, con su belleza de pensamiento y su docilidad al espíritu santo de Dios. ¡Como todas las mujeres, María tendría su proyecto de vida con gran precisión! Sin embargo, sorprendentemente, Dios lo “interrumpe” y entra en un nuevo proyecto, ¡el de ser la madre de su hijo Jesús! Allí comienza el desafío de María y su NO comienza a una tradición de que, en su concepción, la mujer solo podía ser madre para tener hijos y no contaba para nada más en la sociedad de esa época; y aquí viene el “sin contar mujeres ni niños”, descrito por el evangelista Mateo (Mt 15,38).

Por la propuesta del ángel, como mensajero de Dios, ella se habría sentido abrumada, tímida, disminuida, pensando en sí misma para sí misma: “Soy mujer, y qué hago con tal recado”. Sin embargo, pregunta: “¿Cómo será eso, si no conozco a un hombre?”. Al preguntar, al pedir una aclaración, tomas el poder en tus manos, y se empoderas con algo que es suyo, como mujer, esposa y madre…  por eso dice NO a una vida de pasividad y dependencia cultural, convirtiéndose en la “esclava del Señor”. Dice NO al servilismo, para ponerse a la entera disposición de Dios, por el bien de la humanidad. Dice NO a permanecer en silencio, porque mujeres y cuestiones por aclarar Emprende un camino de fe fuera de lo común de todas las mujeres de su tiempo.  El camino de María se hará difícil, porque es un camino de fe que coincide con el de ser mujer, esposa y madre. El Concilio Vaticano II, en la constitución dogmática Lumen Gentium, dice que María se convierte en madre por fe. Antes de concebir al niño en la carne, lo concibe en la fe con la aceptación de la Palabra de Dios.

Aparentemente, la invitación de Dios a María parece ser una dificultad. Sin embargo, dice NO a la ansiedad y al pesimismo para abrirse a la gracia de Dios, que la llama y la invita a esta noble misión de ser madre de su hijo Jesús, convirtiéndose así en la gran “aliada” de Dios, en la obra de la salvación de la humanidad.

María dijo entonces: “Aquí está la Sierva del Señor, hágase en mí según tu Palabra“. y el ángel la dejó (Lc 1,38). María sabe que todo parte de Dios. Nuestro Dios es un don, un agracia y todo es parte de ello. Di NO a la ostentación y en silencio da la bienvenida a tu Dios; se pone de buena gana al servicio de Dios. Di NO al ruido y haz silencio para escuchar a Dios. Di NO a la evasión, para cultivar más tu interioridad. Di NO al activismo y medita más en tu corazón sobre el misterio de Dios en tu vida. Di NO a la superficialidad y cultiva tu profundidad y grandeza de tu alma. Di NO a la sumisión, para abrirte a la obediencia que te libera.

Porque “sierva del Señor”, le dice NO al consuelo, la indiferencia, la relajación, la pereza, la vida cómoda, y va al encuentro de su prima que necesita de tu ayuda y compañía: “Por esos días, María se puso en camino y se dirigió apresuradamente para el monte, a una ciudad de Judea. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel”. Lc 1,39-40).

 

¡GRACIAS, MARIA!

Gracias María porque supiste decir NO a todo lo que menoscaba la dignidad humana, decir SÍ a Dios, a la humanidad, a la Iglesia, a la sociedad, ayudándonos también a dar nuevos pasos: pasos de bondad y humildad; pasos de servicio y disponibilidad; pasos de obediencia y dedicación; pasos de atención, atención a los demás y dedicación.

 

CONTIGO QUEREMOS APRENDER

 

Contigo aprendemos a decir No a una vida mediocre, a servir al Señor. A una vida más solidaria, dejándonos a nosotros mismos, para ir donde “la vida llora”. Dejando nuestro consuelo para acudir en auxilio de quienes nos necesitan. Contigo queremos aprender a decir No a la superficialidad, a cultivar más nuestra profundidad en Dios. Decir No al activismo, para dar más tiempo a la meditación y a compartir la Palabra de Dios.

 

Contigo, oh María, queremos aprender a ser más humanos, más mujeres, más fraternos, más cordiales, más consagrados, superando el confort, la relajación… y siendo más creativos, en la comunidad y en la misión, particularmente en este año de Gracia, por el Centenario de la Muerte de Mons. Ramón Zubieta.

María, Mano del Rosario, ¡Ruega por nosotros!

Hermana Maria Luís Pedro Barão

 

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