El evangelio de hoy nos recuerda el poder que Dios ha puesto en cada uno y del que tendríamos que aprovecharlo a lo máximo para conseguir todo lo que anhelamos en sintonía con el amor.
La planta crece por el potencial que ya lleva dentro la semilla. Igualmente, a nosotros no tiene que venir nada de fuera, todo está ya dentro de nuestro ser. Tenemos una capacidad infinita para el amor, para el bien, para logra lo que cada uno desea.
Nuestra dificultad está en que nos centramos en la carencia, en lo negativo, en lo que nos falta, en las quejas; desaprovechando así, toda la riqueza material y espiritual innata en nuestro ser.
Hagamos la experiencia de vivir un solo día sin quejarnos, sin pensamientos negativos y observemos los resultados. Dios nos ha dado todo, no hay que pedirle nada. Sólo tenemos que despertar, hacer un proceso de autoconciencia y descubrir el potencial que somos cada uno y vivirlo a plenitud.
El Reino que es Dios está ya en cada uno y en todos a la vez. Nuestra tarea no es producir el Reino, sino hacerlo visible.