Jesús invita a los discípulos a un lugar tranquilo y apartado para descansar. Los invita al desierto. Con ello nos enseña que sólo en el silencio y en el recogimiento interior podemos encontrar nuestro verdadero ser. Y sólo después de encontrarlo podremos indicar el camino a los demás.
Sin vida interior y sin meditación profunda no es posible vivir la espiritualidad.Y sin esta experiencia no podemos ayudar a los demás a descubrir la maravilla que llevamos dentro. Si encontramos a Dios en nosotros será más fácil y urgente llevarlo a los demás.
Jesús nos muestra la necesidad del silencio para recupera el equilibrio y la armonía interior. Si nos damos cuenta la vida es puro activismo y a veces nos deja vacíos y sin sentido.
Si indagamos en el interior encontraremos nuestro propio guía que nos provee de todo. Porque a veces andamos mendigando que nos llegue de fuera lo que ya tenemos dentro y está a plena disposición.
El trabajo por los demás y por nosotros mismos debe ir a la par, no se pueden separar. Acción y contemplación estarán siempre juntos para que nuestra vida sea fructífera.
“Todo acercamiento a Dios lleva directamente a los demás.”