LA BRUJULA

En la historia, hemos visto y seguro que hemos tenido la inspiración de tantas personas comenzado con los apóstoles, discípulos y los perseguidos por creer en el Evangelio de Jesus. La meta es la vida que Jesus nos ensenó y demostró a vivir, la convicción de seguir y confiar a la vida que nos da, y la fuerza que nos sostiene tanto a lo físico y lo espiritual. Todo se nos presenta para ponernos en camino, a desafiar continuamente. El profeta Isaías nos recuerda que Dios siempre esta: “No temas, porque yo estoy contigo”. Este desafío, como era antiguamente conocido: a escuchar su voz, seguirle a Jesus a donde vaya y aprender amar a los demás sin medida.  Nuestras experiencias humanas nos hacen pensar y reconocer estos gestos e intentos desde el núcleo de una familia cristiana, una comunidad, un pueblo o también llevado a cabo singularmente.

Nuestra propia historia nos ha llevado a tantas lenguas, culturas y diferentes sociedades que comenzaron por una comunidad de cinco hermanas entregadas. Ellas, desentendidas de todo fueron a una misión lejana, dieron comienzo lanzadas a la incertidumbre con la confianza total en la vida de Dios en ellas y con los demás. Dios les provee un animador e inspirador, nuestro Padre fundador Ramon Zubieta por quien y por la causa de su audiencia en Huesca, animaba a Beata Ascensión Nicol a decir el Sí, a esta forma de compromiso de vida “no tan común en su tiempo”

Muchas de nuestras hermanas, ya sabemos de lo que implicaba dejar España a penetrar y habitar en la montaña de Amazonia. Todo se queda atrás, comenzando con la cercanía y contacto rápidos a amigos y familia, de lo cotidiano y momentos emblemáticos de una comunidad de clausura en Huesca y de Navarra, el pueblo querido y la Misa diaria. Sin embargo, Madre Ascensión preocupada de su vida en Dios y del pueblo recién conocido. Día y noche se busca la luz, el camino, la vida en la nueva misión, a glorificar al Señor en medio de todos, los hermanos y los nativos. Entrego su vida sin dar cuenta de lo que gastaba hasta el final. Ensenando a la mujer en particular, de valorar la vida y la dignidad en ser mujer, madre y vecina de los demás en la selva.  Cuidar la familia, respetar el tesoro del tiempo dado a comunicar vida entre los salvajes, dar a escuchar el nombre de Jesús y su amor a los desconocidos y animarlos en amar a Jesus. Vivió con mucha fe en la providencia y la compañía de Dios en su vida misionera fortaleciendo y animando a las hermanas y las comunidades. Les enseña no solo sacrificar la propia vida, sino entregarlo por completo en la mano de Dios. Amar la vida como el don regalado por el Señor de la vida.

¿Qué nos queda por delante pues, como sus hijas y seguidores de este Jesus al que amó incondicionalmente a nuestra fundadora hasta entregar su vida en la selva?

Nosotras de esta época, reconocemos que nos toca vivir y revivir esta historia en nuestro propio contexto. Valorar nuestra historia, aprender de ella, si deseamos continuar el camino. No podemos andar sin ancla a las nuestras pioneras, la primera comunidad que imitaron por cierto de la manera que vivió la primera comunidad de Jesus en Jerusalén y en las tierras de misión donde entregaron su vida por la misma fe en el Buen Jesus. Volver a la raíz de nuestra historia, no necesariamente del modo de hacer sino el modo de vivir la fe y confianza en Dios. El, provee a nuestra vida, nos fortalece y nos cuida para tomar con plena convicción cualquier desafío a lo largo de nuestra opción por Jesus. Él, nos muestra la brújula y nos llama el tiempo para ser y hacer. La guía y luz para darnos entendimiento y poder dar respuestas a mil millones de preguntas, dudas, inquietudes, ilusiones y quejas cotidianas.

¿Como podemos seguir el trayecto de vida? Es una pregunta que nos pide contemplar la realidad, dar la respuesta adecuada para defender de vida por quienes trabajamos y vivimos. Hay mil millones de cosas que hacemos, pero lo adecuado y lo bueno son frutos de oración y escucha, fruto de dialogo, colaboración y buena disposición. San Mateo escribió en el capítulo 17,18-20 como actúo Jesus en aquel momento con sus discípulos: “Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y este quedó sano desde aquella hora.  Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera?  Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que, si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible”. 

Madre Ascensión es una mujer generosa en comprensión con los que le rodeaba, son puntos incomprensibles y dignos de llevar en toda la vida, de aprender y practicar en nuestras realidades. No podemos olvidar su consejo y ejemplo «no basta con hacer el bien, sino hacerlo bien».

Pienso en la diversidad de retos que vivimos en Asia y también en otras partes del mundo donde estamos presentes como Congregación. Las dinámicas de vida son diferentes pero el espíritu y el carisma congregacional nos une y nos pone en la misma identidad misionera y pasión por la vida. Que nuestra presencia sea un reflejo de esperanza en donde las mujeres en particular sufren en silencio donde no se valora su presencia y lo que puede aportar como mujer hoy día a todas las culturas, las comunidades y al mundo. Para llevar adelante la convicción de promover no solo los derechos sino mas bien, la dignidad de ser respetada y valorada como hijas de nueva generación, con sus retos y capacidades de fomentar la vida en su entorno y confiar en lo bueno que va deslumbrando en sus amaneceres entre los suyos.

Nos queda un gran reto para todas, de hecho, tendremos que recuperar la fuerza comunal, la valentía de ponernos en camino, cambiar nuestro estilo de pensar y hacer, buscar respuestas en nuestros tiempos juntas, reflexionando, orando, amando… Creemos que «Dios proveerá» como dijo Abrahán, nuestro padre en la fe….

Nuestra misión es una tarea común, donada y confiada ya más de un siglo. Jesus nos invita en salir, dar pasos y hacer caminos… «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo…» (Mt 28,19).

Hay algo que nos espera en esta generación: siendo contemplativas y activas, llegaremos a ese horizonte donde la brújula que Ramon y Ascensión dieron un comienzo en aquellos tiempos.

Nini Rebollos, Zamboanga

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