LENTES NUEVOS

Recuerdo que en septiembre de 2013 nos enfrentamos a noches tan oscuras que duraron meses, aunque los disparos y bombardeos duraron una semana. Zamboanga quedó devastado. Sin embargo, nuestra fe nos hizo levantar la mirada a través de invocaciones buscando la ayuda de Nuestra Señora del Pilar para conducirnos al amor sin límites de Jesús. Tal confianza nos ha llevado a la mayoría de los zamboangueños a tener misericordia y perdón por aquellos que abusaron del poder y destruyeron a los débiles entre nosotros, especialmente aquellos encarcelados, que perdieron un ser querido, un hogar y un futuro. Sin embargo, no importa cuánta oscuridad haya dentro y fuera de nosotros en el mundo que nos rodea, podemos creer que “la noche ha pasado y la verdadera luz ya brilla” (1 Jn 2, 8). Esta es la esperanza que mantienen aquellos que confían y creen en el bien por venir, así como en la intervención de Aquel que es Bueno. Pues en verdad, Él es “Aquel” que construye y nos hace esperar el mañana.

 

Cierto que la pandemia nos ha dado una dura lección de cuidado y solidaridad. En medio de la lucha de Covid, estamos enganchados esta vez a la reciente Guerra de Ucrania y Rusia. Nos hace conscientes de la vulnerabilidad de las personas inocentes, los desarmados frente a las amenazas de los campamentos poderosamente reforzados. ¡Sin embargo, vemos cómo una pequeña vela puede iluminar la oscuridad de las noches! Es el presidente de Ucrania quien manifestó y expresó su esperanza y determinación de estar ahí para sus compatriotas: “Habrá noches largas pero seguro que habrá mañanas”.

 

La Cuaresma es un camino hacia Cristo, esa luz donde reside nuestra esperanza. Todos estamos invitados a aceptar nuestra vida interior. ¿Cuánto nos hemos comprometido o hemos dado tiempo para cuidar nuestro crecimiento espiritual y crecer en nuestra solidaridad? ¿Valoramos el tiempo cuando estamos solos para comunicarnos con Dios y con los demás o simplemente lo pasamos de manera pausada? ¿Realmente nos importa, valoramos el tiempo dedicado a escuchar a un hermano, un amigo o un vecino que lucha en la vida? ¿Cómo invertimos nuestro tiempo? ¿Cuál es nuestra fuerza hoy en día? ¿Nos hemos detenido a pensar en cómo domar nuestros deseos, avaricia, egocentrismo, deseos inútiles y ansiedades?

 

Jesús, en el Evangelio de Lucas 4:1-13, fue tentado, pero nunca se sometió al tentador. En cambio, dijo: «Adorad al Señor vuestro Dios y servidle sólo a Él». Manifestó la manera de enfrentar el poder de este mundo, en humildad y firmeza en su confianza en el amor del Padre. Nos inspira y llama a un tiempo para fortalecer nuestra vida de oración, para estar llenos de voluntad de encontrar a Dios en nuestras vidas. Humanos como somos, podemos estar inclinados al fracaso y la frustración por nuestro deseo de cambiar. Por lo tanto, podemos superar los obstáculos si nos preparamos para enfrentarlos, ya que a pesar de sentirnos tentados a hundirnos en nuestros caprichos, vicios y actitudes individualistas, ¡comenzamos a considerar no ceder! Más bien, esforcémonos por llevar en nuestros corazones “lentes nuevos” de compasión y honestamente hacer el bien en nuestra vida diaria, lo que beneficia a nuestro prójimo, a nuestra gente y al planeta.

 

La Cuaresma es un tiempo de gracia, un tiempo para reparar, para construir puentes de esperanza, para cambiar para mejor. También Jesús los experimentó en su tiempo, “siendo humano” en su barrio, en Nazaret y en los lugares por donde pasó, pero no pecó. Jesús nos ha mostrado cómo responder en nuestros tiempos de “debilidad humana”, asegurándonos que Dios está con nosotros incluso en los momentos más bajos de la vida, oren.                                

 

Nini Rebollos, OP

 

Compartir esta publicacion