ALGO NUEVO ESTÁ SUCENDIENDO… ¿NOS ESTAMOS ENTERANDO?

Hay algo imparable que va creciendo como una marea en distintos lugares del mundo: es el despertar de las mujeres que se articulan y organizan para defender su dignidad y ayudar a nuestra sociedad e Iglesia a pasar de estructuras patriarcales (que deshumanizan tanto a las mujeres como a los hombres) a relaciones sororales, de reciprocidad y cuidado mutuo.

 

Este 8 de marzo 2025, ha sido una fecha en la que en distintos lugares del mundo se ha evidenciado el crecimiento y fortalecimiento de las organizaciones de mujeres. Pero lo que está siendo una novedad alrededor del mundo es el despertar de algunos grupos de mujeres de Iglesia, tanto laicas como religiosas, que, tomando el serio el marco actual del proceso sinodal, demandan una participación real en las decisiones que afectan a la vida eclesial.

 

Algo se está moviendo y conviene que nos enteremos y nos sumemos. Son muchas las mujeres que se están organizando y acuerpando para que el proceso de sinodal implique una inclusión real en todos los escenarios de la vida eclesial. Un impulso para esto nos lo está dando el papa Francisco que a su avanzada edad es capaz de abrirse y empujar algunos cambios en la Iglesia. Un ejemplo concreto es la elección de mujeres para desempeñar responsabilidades que antes eran confiadas solo a varones (al día de hoy se ha triplicado el número de mujeres altos cargos de la Curia Romana). Sin duda, esto marca un paso adelante para cambiar la mentalidad y las prácticas machistas y clericalistas dentro de la Iglesia. Pero aún hay muchos desafíos y todavía no llegamos a la paridad y a la equidad en los distintos ámbitos de la vida de la Iglesia.

 

Como mujeres, tenemos que prepararnos más y unir fuerzas para empujar los cambios que exige una Iglesia sinodal. Sin inclusión de las mujeres (que somos las que en cantidad y en calidad sostenemos la Iglesia) la sinodalidad se queda en un discurso vacío. Desde la espiritualidad sinodal, como Misioneras Dominicas estamos desafiadas a estar en primera línea en la opción por la causa de las mujeres, especialmente de las mujeres más pobres, ya que ello forma parte del Carisma fundacional de nuestra Congregación.

 

Para todas las mujeres, seamos laicas o religiosas, el proceso sinodal es una oportunidad y un desafío que nos piden prepararnos para poder estar a la altura de las exigencias de estos tiempos que vive nuestro mundo y nuestra Iglesia. Sin lugar a duda, una formación seria y profunda ha de ser una de las herramientas para despertar y desplegar nuestras alas, para cambiar de mentalidad, cambiar el corazón y las prácticas. Pero también la sinodalidad nos desafía a caminar juntas. Por eso es fundamental que como mujeres crezcamos en sororidad y sepamos articularnos y unir fuerzas. La construcción de un futuro distinto en la sociedad y la Iglesia reside en nuestra capacidad de tejer redes, de crear puentes y hacer alianzas.

Geraldina Céspedes, OP

 

Compartir esta publicacion