ÉTICA OU MORAL EN SANTO TOMÁS DE AQUINO

¿Es necesario distinguir entre ética y moral? A decir verdad, nada en la etimología o en la historia del uso de las palabras lo impone. Podemos, sin embargo, vislumbrar una sutil diferencia según el énfasis en lo que se considera bueno o lo que se impone como obligatorio. Es por convención que reservaremos el término “ética” para el diseño de una vida consumada bajo el signo de las acciones consideradas buenas, y el de “moral” para el aspecto obligatorio, marcado por normas, obligaciones y prohibiciones caracterizadas simultáneamente por una exigencia de universalidad y por un efecto de coerción.

La ética de Santo Tomás de Aquino es teológica, lo que significa que se basa en la idea de que todas las acciones humanas tienen un propósito o fin que es alcanzar la felicidad plena. Por eso, hablar de ética, Santo Tomás de Aquino tiene las siguientes características:  es una ética de las Bienaventuranzas o de la felicidad; de la libertad; de la gracia y de la caridad.

Queridas hermanas, el medio que conduce al ser humano a su fin último es el conocimiento y el cultivo de las virtudes. Santo Tomás no encontró otro camino en el que el ser humano pudiera ser virtuoso y caminar hacia la felicidad, sin el conocimiento y cultivo de las virtudes, que son los grandes desafíos para el ser humano.

Por eso reúne las innumerables virtudes en siete, llamadas virtudes fundamentales, y éstas se subdividen, a su vez, en dos grupos: tres teologales y cuatro cardinales o morales. Las virtudes teologales tienen como objeto a Dios y al ser humano como sujeto que busca, mediante la observancia y la práctica de estas virtudes, alcanzar su fin último, que es la felicidad eterna.

Dos de las tres virtudes teologales, la fe y la esperanza, son medios que conducen al ser humano a su fin último, y la última, que es la caridad, no es un medio, sino la posesión del fin. La caridad conduce todas las virtudes, tanto teologales como cardinales, al bien divino. Todas las virtudes morales se reducen a cuatro cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Estas virtudes conducen a la felicidad que los seres humanos pueden alcanzar en esta vida con sus propias fuerzas naturales. Sin embargo, no son suficientes para alcanzar la felicidad eterna; las virtudes teologales, que Dios ha infundido directamente en el ser humano, son necesarias. Y es a partir de estos que queremos invitarles a profundizar

Por eso, dirijámonos a Dios, razón de nuestra felicidad, mirando la propuesta de Santo Tomás de Aquino a partir de la experiencia de las virtudes teologales.

Comunidad de Santo Tomás de Aquino

Boa Entrada – CADA

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