- ¿Nos salvan las obras o la fe?
- ¿Nos salva la religión?
- ¿Nos salvan los sacramentos?
- ¿Nos salva la oración, el ayuno, la limosna?
- ¿Nos salva la Biblia, su palabra?
- ¿Cómo es la salvación?
- ¿La salvación es individual o comunitaria?
- ¿Nos salvamos todos por igual?
Nos hacemos todas estas preguntas, porque sentimos que en nosotros hay un SER o un YO que está perdido y que necesita ser salvado, pero la salvación es descubrir nuestro verdadero ser y vivir desde él, la armonía y la unidad con todo.
La salvación no consiste en quitar nuestras limitaciones o carencias, sino en alcanzar la plenitud sin dejar de ser criaturas limitadas. Alcanzar la plenitud no exige la eliminación de mis imperfecciones. A Dios no le salió mal la creación, nos hizo perfectos y nos hizo tal y como somos.
“Ama y haz lo que quieras” (San Agustín).