Misioneras Dominicas en La Amazonía

La hermana Zully afirma que “la Amazonía siempre ha sido ignorada”. Eso lleva a la congregación a comprometerse con la vida de los pueblos amazónicos y reconectarse con “todo lo que tiene que ver con nuestro origen y nuestras raíces”. De hecho, las Misioneras Dominicas del Rosario pretenden ampliar su presencia en la Amazonía, pues el Sínodo “nos desafía a ir más allá de los espacios donde estamos”, afirma la religiosa, reconociendo que la formación es el mayor desafío a enfrentar.

Su presencia en medio de los pueblos de la Amazonía ha de tener como base aquello que decía su fundador “primero atender a las personas y luego los cristianos”. Por eso, es importante una actitud que hoy está presente en su labor evangelizadora entre los pueblos de la región, que es el deseo “de escucharlos y de estar con ellos”, para así profundizar en conceptos como ecología integral y comunidad. Al fin y al cabo, “lo que venga del Sínodo será un aporte en la medida en que nosotros vayamos haciendo vida lo que hoy vamos descubriendo”, según Zully Rojas.

¿Qué significa la Amazonía para la vida religiosa, para su congregación?

Creo que es por una parte de nuestra identidad, nosotras nacimos aquí, nacimos en Puerto Maldonado, en Madre de Dios, fuimos fundadas en esta tierra, entonces siempre hemos tenido una presencia y por eso está ligada, no sólo afectivamente, sino desde el carisma.

¿Qué es lo que ustedes descubren como congregación en la vida del día a día de los pueblos de la Amazonía?

Este tiempo, la visita del Papa, nos ayudó a visibilizar lo que forma parte de nuestra identidad, de nuestro origen, de nuestra vida. A nivel de país, la Amazonía siempre ha sido ignorada, no ha sido tenida en cuenta, incluso ha habido expresiones de políticos con relación a los habitantes de esta zona como personas de otra categoría. Para nosotras el redescubrir el rostro de Dios en estas personas nos permite comprometernos con lo que es su vida, acompañar lo que son sus iniciativas, estamos intentando reconectar todo lo que tiene que ver con nuestro origen y nuestras raíces.

El Papa Francisco habla de la necesidad de hacer realidad una Iglesia con rostro amazónico y rostro indígena. Ustedes, que nacieron en la Amazonía, después de cien años de congregación, ¿cómo intentan hacer realidad hoy esa Iglesia con rostro amazónico y rostro indígena dentro de la congregación y dentro de la Iglesia local de Puerto Maldonado?

Por una parte fortaleciendo presencias en zonas de la Amazonía. Por ejemplo las comunidades que estamos ubicadas en el Vicariato de Puerto Maldonado, hemos fortalecido las tres presencias que tenemos y otra presencia más itinerante, que es misioneras y misioneros dominicos, eso por un lado. Hablo de las comunidades de Sepahua, de la comunidad de Kirigueti, que es la del equipo itinerante, que es mixta, la comunidad de Quillabamba, que abarca la parte del Alto Urubamba, y esta comunidad de Puerto Maldonado, o sea, cuatro comunidades que hemos fortalecido con la presencia de hermanas. A nivel de congregación, con motivo de nuestro centenario, nosotras dijimos que tendríamos un gesto congregacional, que es nuestra presencia en alguno de los nueve países de la Amazonía.

 

¿Podríamos decir que el Sínodo para la Amazonía va a marcar un antes y después en la historia de la Iglesia, especialmente en la historia de la Iglesia de la Amazonía?

Espero que sí, confío que sí, que sí va a ser, por todo este movimiento. Yo creo que va más allá de sensibilización, la sensibilización puede quedar a nivel superficial, es un punto de partida necesario. Pero hoy conforme vemos que nos vamos implicando más y más, la Iglesia en su conjunto, comunidades nativas, líderes nativos, una comunidad que se preocupa y que quiere fortalecer estos equipos itinerantes que visitan las comunidades, eso es a favor de este movimiento. Yo creo que lo que venga del Sínodo será un aporte en la medida en que nosotros vayamos haciendo vida lo que hoy vamos descubriendo.

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