Tener más o menos cosas no nos hace más humanos. Nuestro problema es que mientras más necesidades satisfacemos aparecen otras y otras, por lo que no hay un límite. La tarea sería que logremos ir disminuyendo cada día las necesidades. No es que esté mal conseguir las cosas materiales y mejorar el nivel de vida, Dios nos ha dado todo y nos da inteligencia para ello. El problema está cuando lo hacemos de manera egoísta. La pobreza material no la quiere Dios, tampoco nos quiere ricos a costa de la miseria de otros.
La sociedad nos invita a ser ricos, Jesús nos invita a ser felices, porque ya somos ricos. La pobreza es elegir en cada momento lo que es mejor para cada uno, sin afectar a los demás.