EL NUEVO AMBIENTE ESCOLAR

Cuando celebramos el primer día del año 2020, energías positivas llenaron nuestros corazones, ya que es un doble 20, “una vista perfecta” diría un oculista. Es en sí un empujón positivo para un año próspero, creyendo también que esto es también para tener una mejor perspectiva de vida.

 

Un año de colegio se cuenta de junio a marzo, con 10 meses se cumple lo que el Ministerio de Educación requiere, entre 195 y 200 días de escuela. Este año, que era percibido como un año de suerte, no pudo cumplir con la regla prescrita de días de escuela a causa del Covid-19, que invadió el mundo entero y lo cambió todo.

Al principio, toda la gente debió quedarse en casa durante el primer mes debido a que el gobierno proclamaba un “confinamiento total y cuarentena comunitaria”. Un mes no era suficiente, por lo que otro mes fue necesario con las mismas restricciones. El año escolar termino cayéndose en el mes de marzo y como resultado, no hubo examen final, día de reconocimiento y ni siquiera ejercicios de graduación para los cursos que egresaban. A pesar de que eso no afectó mucho el sistema de escuelas pese a tener menos de 15 días académicos, los estudiantes tienen un “estatus de promovidos” en cada curso.

Abril y mayo, como sabemos, son meses de las vacaciones de verano, pero fueron los meses más críticos en la lucha contra la pandemia del Covid-19. Cada gobierno y departamento civil estaban haciendo lo mejor que podían para aliviar la situación y salvar este problema global. Luego, vino la decisión por parte del Ministerio de Educación de abrir las escuelas en agosto, en medio de un reporte de aumento exponencial de casos de Covid-19. En efecto, los padres estaban reacios y aprehensivos en relación a matricular a sus hijos, incluso habiendo protocolos, nuevas directrices, medidas de seguridad y nuevos métodos en el sistema educativo. Fue muy apreciado como cada ministerio del gobierno se esforzó en proponer respuestas e intercambiar ideas para encontrar nuevas formas para brindar educación, sustento y soporte vital a los ciudadanos.

Simple y honestamente, nuestra escuela no podía pagar ni hacer frente a las desafiantes demandas que este nuevo modelo de dar educación a los estudiantes. Este nuevo sistema implica un arduo entrenamiento a los profesores, instalaciones adicionales en la escuela y acceso a internet para cada alumno. Sin embargo, el más grande desafío es la baja inscripción de alumnos, incluso al día de hoy, en donde se supone debiésemos estar comenzando el colegio a pleno rendimiento.

Estamos esperanzadas de que hay una forma para nosotras de ayudar a llevar a cabo la educación deseada para nuestro futuro y nuestra gente como un servicio continuo tanto a evangelizar como al desarrollo de nuestro pueblo. Que la Escuela Dominicana, como escuela misión, continúe ayudando a las jóvenes y su futuro, trayendo esperanza y los valores del Evangelio en nuestra sociedad.

Hermana Ma. Melinda R. Sienes

Zamboanga

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