LA HERMANA MARÍA VICTORIA SERRANO NOS COMPARTE DESDE ESPAÑA

COMPARTIENDO…

MOMENTOS DE VIDA

Escribir un testimonio o hacer un comentario, en el Centenario de Ntro. Padre Fundador, en tiempo de pandemia, me parecía poco menos que un atrevimiento, un “hablar por no callar”.

Pensándolo más, he optado por compartir lo que, en una segunda lectura de su vida, me ha impactado o inspirado para ir profundizando, en posteriores reflexiones.

IMPACTO INICIAL

¡Murió a los cincuenta y siete años!

Y en ese tiempo, que cronológicamente, nos resulta tan breve, corto, limitado, VIVIÓ, durante más de una década, volcado en una Evangelización ilusionada que le hizo descubrir y experimentar las dulzuras y alegrías del “primer amor”, del primer trabajo pastoral, pero que llevó consigo muchas dificultades, esfuerzos, persecución, torturas, prisión… y que tuvo como respuesta una FIDELIDAD consciente y joven, “a prueba de bomba”.

La misma FIDELIDAD que le hizo permanecer, le llevó a CAMBIAR.

Siendo todavía joven, CAMBIÓ DE RUMBO. De Filipinas, en Oriente, a Perú en América del Sur.

Cerró un capítulo de su vida y abrió otro.

Distinto Continente, nuevas gentes, diferentes lenguas, otras manifestaciones y expresiones de la Naturaleza.

Las mismas o parecidas necesidades de aquellos desconocidos indígenas, idéntica lucha por la vida y el deseo inmenso de aquel inmenso dominico, porque llegaran a Dios conociendo al Jesús que lo ama, que lo llamó y guía y que nos salva a todos, cada día.

En esta segunda etapa de su vida, me cansé, casi me agoté con sus viajes, idas y venidas, zozobras en los ríos, en la sierra y la montaña. Viajes de ida y vuelta entre los dos Continentes.

Y lo que más me atrajo, me cautivó y me llenó de orgullo fue la auténtica visión profética sobre la mujer.

Hablar en estos tiempos, del poder de la mujer, aún sin caer en la defensa y demagogia de rancios feminismos…, es fácil y no es novedad y ni de lejos tiene el matiz profético que contenía la convicción profunda de Ramón Zubieta, respecto a la mujer.

“Lo que vosotras hacéis… (sin ánimo de entrar en comparaciones)

“simplemente porque educáis a la mujer… pilar de la familia y de la sociedad…”

La confianza en el poder de las misioneras venía dada por ser mujeres y por ser educadoras de la mujer. Lo tenía claro. De ahí, que la “Obra”, no la llevara a cabo solo.

“Yo, necesito de ti y tú, necesitas de mí”.

Visión profunda que, más nos acerca a la Trinidad, que a la lucha o empoderamiento de géneros.

Me resulta difícil elegir entre tanta vida…, me limito a rescatar dos momentos que, pocos días antes de su muerte, expresan sus profundos deseos:

-El delirio de entusiasmo de Ntro. Padre:

“Ver doscientos religiosos bien instruidos y fervientes misioneros, llenos del Espíritu de Ntro. Padre Santo Domingo… (nos entronca en las raíces de nuestra vocación misionera y dominica).

-La chifladura de Ntro. Padre:

Cree que “la salvación de la fe religiosa en el Perú…y en todo el mundo está encomendada a las misioneras, hasta cierto punto, más que a los misioneros, (abre una ventana que luego cierra), aunque nada podrían hacer ellas sin estos” (¿perspectiva nueva e integradora…?)

No era de verbo fácil, pero con su vida coherente-normal-real, lo dijo todo.

Y llegado este momento, quiero terminar con una Oración en clave de Acción de Gracias.

GRACIAS, Padre Dios, por la vida de Mons. Ramón Zubieta.

GRACIAS A TI, Padre y Fundador, por haber vivido así.

Con tu vida, nos enseñaste lo esencial.

Hay “Obra”, hay Reino, hay Misión y hay necesidad de articular tu DELIRIO y tu CHIFLADURA, creérnoslo y necesitamos ser esas mujeres y hombres, esos hombres y mujeres, con “espíritu templado y amantes del sacrificio.”

“Pues quien no tiene esto, más que ayuda, es rémora para la “Obra”.

Hagamos, en el Centenario de tu partida, y a pesar de la pandemia, un tiempo se salvación, pues aunque experimentamos la vulnerabilidad y debilidad propias del momento, permanecemos firmes y fieles, a tu Obra, al Reino, a la Misión.

TE LO PEDIMOS, PADRE, ¡AYÚDANOS!

Mariví Serrano

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