Comenzamos el día acompañando nuestra oración con la cruz maya, un elemento de la espiritualidad maya (de Guatemala) que nos envuelve en una dinámica holística desde los 4 puntos cardinales. Orientándonos hacia el Este, donde nace el sol, acogemos toda la energía que recibimos para el día; hacia el Oeste, donde se recoge el sol, hacemos balance/evaluación de lo realizado en nuestra vida y misión; mirando al Norte, el punto cardinal que nos guía, invocamos a nuestros ancestros y nombramos hermanas que ya no están con nosotras y pedimos que nos sigan guiando; hacia el Sur, donde recogemos los frutos, presentamos a nuestras hermanas en proceso de formación inicial.
En esta sintonía de sentirnos vinculadas con el corazón del cielo y el corazón de la tierra (como dice la espiritualidad maya), el mismo Jesús nos invita hoy en su evangelio, a permanecer en su amor. Así como el Padre lo ha amado a Él y Él a nosotros, esta vinculación desde el amor nos da identidad y pertenencia.
En el trabajo capitular, ayer quedamos con la pregunta ¿qué criterios proponemos para la revisión de nuestras obras, presencias y estilos de misión? La socialización y consenso de los resultados a esta pregunta nos sirvió para afianzar conceptos y apropiarnos de todo este proceso de construcción conjunta.
Terminamos unidas a las palabras de nuestro fundador Ramón Zubieta “las he bendecido con amor al Padre, …le he pedido porque estén firmes y seguras, pero sobre todo me ofrecí para dar la vida, para no tener ningún temor y sanar la herida de los que ahora sufren”