UNA MUJER QUE SE LIBERA

Esta tarde llega Faustina, con mucho entusiasmo, a nuestra casa porque inicia un curso en línea sobre la Teología Feminista. A pesar del interés por el tema, viene con muchas dudas y sobretodo una preocupación: ¿Cómo será un curso de este tipo? Hoy al verla con este interés, confianza en ella misma y apertura, mis pensamientos me trasladan a años atrás: Faustina, es una mujer viuda con un hijo, de una timidez enorme que hablaba balbuceado, silenciosa, agachaba su mirada cuando se le preguntaba algo y se ganaba la vida como modista porque era pobre y no recibía apoyo de ningún familiar. Siempre la veía sentadita y calladita, pero con una sonrisa.

Hoy, Faustina es una servidora activa dentro de la Parroquia, es una “Celebradora de la Palabra”, representa del Área de Mujeres a nivel de Diócesis, y por varios años, fue la autoridad principal de su pueblo. ¿Qué hizo que Faustina cambiara de esta manera?

El pertenecer a la Coordinación Diocesana de Mujeres (CODIMUJ), una de las estructuras pastoral de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, le da la oportunidad de reconocer su valor y dignidad como hija de Dios, de empoderarse como mujer con derechos y deberes. La CODIMUJ tiene como objetivo el acompañamiento entre mujeres en el camino por una liberación integral, en un mundo de iguales.

Al inicio, esta área no fue tan fácil aceptada en la Diócesis porque partió de “ver” la situación de clamor, opresión y sumisión de las mujeres. La hermana María del Carmen Martínez (MDR) junto con otras agentes de pastoral querían responder ante la situación de exclusión de las mujeres, con la convicción de que las mujeres “podemos”, no que seamos “más” ni mejores que los varones, sino iguales en el caminar juntos/as, “con los dos pies”, como se predica entre los tzeltales (grupo originario de la Diócesis). En que tenemos derecho y dignidad como lo dice la Palabra de Dios, libertad de “salir” y lo hacemos con responsabilidad. Comenta María del Carmen: “Me sentí llamada e impulsada a convocar y acompañarnos como mujeres que buscamos liberación, vivir en dignidad e igualdad y participar construyendo una humanidad nueva”.

No consta una fecha fija de inicio de ese acompañamiento entre mujeres, sí del reconocimiento como Área de parte de la estructura diocesana, en 1992. La cohesión de las mujeres en el Área es la Palabra de Dios leída desde “nosotras”, con sabor a mujer –como la tortilla sabe a mano de mujer al ser hecha por ella con el maíz traído y cargado por el varón, enfoque tzeltal. Inclusive, el lema del área es “Leer la palabra de Dios con ojos, mente y corazón de mujer”. Desde el principio un criterio claro fue “somos mujeres creyentes en el Dios de la Vida y en Jesús de Nazaret y nuestro aporte era desde la Palabra con formación crítica e integral”.

Las mujeres fueron descubriendo el gran amor de Dios hacia sus creaturas, la libertad a que invita el Evangelio. El “salir de casa” les abrió los ojos y les permitió verse ellas mismas, sus pasados y presentes para ir superando ese gran pecado histórico de excluir a las mujeres. El juntarse y llegar a ser muchas les da valor y audacia. Se sienten herederas, memoria, multiplicadoras y con una resistencia creativa.

En la actualidad, hay un sinnúmero de grupos de mujeres que fueron creciendo y extendiéndose por las comunidades, parroquias, zonas y Diócesis, aunque en algunas zonas, hay sacerdotes que no apoyan esta área. Estas mujeres se fueron comunicando, articulando, identificándonos como mujeres creyentes, comprometidas a participar en todo, gestando cambios en la familia, en la Iglesia y en la sociedad, participando en marchas, organizaciones y en la sociedad civil. Y es así, que mujeres como Faustina, hoy pueden dar una palabra en diversos espacios- social, religioso, cultural y político- y es un testimonio de que cuando se camina en sinodalidad y especialmente entre mujeres, hay un cambio integral.

Eneida Chavarría,

Comunidad de San Cristóbal de Las Casas,

México.

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