DEFENDER, PROTEGER Y RESTAURAR LA VÍCTIMA

Escribo desde el Barrio de la Graça, en la periferia de Benguela, un barrio de difícil acceso en época de lluvias, con alta tasa de delincuencia juvenil, donde el equipo del Mosaiko, (ONG de nuestros hermanos Dominicos en Angola) compuesta por tres personas, incluyéndome a mí, están facilitando una formación con el tema: “Defender, proteger y restaurar la víctima de abuso sexual”. La formación tiene como objetivo contribuir para mejorar el servicio de protección de las víctimas de abusos sexuales en los sistemas de justicia formal y tradicional y lograr un cambio de comportamiento en las comunidades.

El proyecto que está siendo implementado por Mosaiko en cuatro municipios (Luanda, N’Dalatando, Cubal y Benguela) de tres provincias (Luanda, Cuanza Norte y Benguela). Fue diseñado teniendo en cuenta el alto número de casos de abuso y agresión sexual, cuyas víctimas son en su mayoría menores de edad (niños y adolescentes) y los abusadores muchos de ellos personas cercanas a las víctimas, incluidos sus propios padres, abuelos, tíos o primos. La situación es preocupante porque llegan informes de todas las partes que piden una justicia más rápida y una voz más fuerte para garantizar la protección y el seguimiento adecuado de manera oportuna.

El Mosaiko, como asociación dominicana de origen, en su misión de promotora y defensora de los derechos humanos, se desafió a sí misma a hacer algo para que los casos sean denunciados, las víctimas ya no sean silenciadas y estén más protegidas y defendidas y los abusadores rindan cuentas por sus acciones; que las leyes se cumplan y las instituciones de derecho cumplan su papel de garante, defensor y protector de los pueblos que son la principal riqueza de un país.

Durante tres días trabajamos con cerca de 30 participantes: jóvenes y adultos, miembros de la comunidad y representantes de diferentes instituciones estatales, partidos políticos, iglesias, autoridades tradicionales, policías, grupos y movimientos, sobre los delitos sexuales previstos en el Código Penal angoleño; para ayudar a la toma de conciencia de que el Código no considera solo el delito sexual como el acto sexual con penetración, sino a todos y cada uno de los actos cometidos a partir de gestos, toque partes privadas, acoso, exhibición de órganos sexuales, conversaciones que hacen que la otra persona se sienta incómoda, acoso sexual, ya sea con adultos sin su consentimiento, menores, incapacitados, personas vulnerables, etc.

Así, de acuerdo con las normas del Código Penal, se hace un análisis del contexto de la comunidad desde el cual se busca mirar a los mecanismos e instituciones de defensa más cercanos a los ciudadanos. Al finalizar, en un gesto de compromiso, los participantes elaboraron un plan de acción para difundir los conocimientos adquiridos.

Como MDR ha sido un placer y una gran oportunidad unirme a quienes se desafían a sí mismos a hacer algo en la promoción y defensa de los derechos de los más desfavorecidos, a luchar por su causa y a representarlos ante las instituciones de justicia (tribunales y comisarías).

Mi apelo en esta formación como formadora y MDR, es que las instituciones busquen estrategias, trabajen en rede, creen albergues y espacios de acogida y acompañamiento para las víctimas, para garantizar una mayor y efectiva protección y defensa, ya que las consecuencias del abuso sexual no son solo físicas, sino sobre todo psicológicas. Es la dignidad de la Persona lo que está en juego.  El abuso sexual es un delito. ¡Denuncie!

Fue un gran placer compartir con ustedes mi experiencia no solo laboral como de misión. ¡Gracias!

Hermana Inmaculada

Luanda – Angola

Compartir esta publicacion