LA MAYOR GRACIA

Confío en las mismas palabras de Jesús en Mateo 23: “Pídeme cualquier cosa y te la daré”.

Hace dos meses me destinaron en esta hermosa y misteriosa isla. El reto es aprender. Aprender a vivir como a amar.

A medida que pasa el tiempo, observo el desafío y vivo la exigencia de la realidad de mi nuevo mundo. Es multicultural y multilingüe, y debemos multiplicar nuestra capacidad hasta lo que podría considerarse una suma mínima de tareas a realizar.

El lugar es encantador y la gente interesante. Aquí veo y siento la historia. El respeto por el fundador de la mayor parte de la organización que existe hasta hoy se remonta a una figura tan difícil de negar entre toda la larga lista de los que vinieron e hicieron que las cosas funcionaran. En todas partes se conoce a un obispo claretiano dinámico, trabajador y visionario, José María Querexeta, CMF, DD. Su recuerdo vive hasta hoy en el corazón de los mayores y a los jóvenes se les cuenta la historia de un hombre que amaba por igual a los cristianos y a los musulmanes.

Sus comienzos fueron notables. Estamos trabajando en la misma tierra por la que él caminó, con el mismo tipo de gente, aunque de ambiente diferente al de su época. Ahora es un lugar para hacer que la paz funcione, para ser testigos de unidad y coexistencia, de resiliencia y de esperanza. Por lo tanto, ¡somos una realidad de lo que pretendemos en nuestro propio lugar de trabajo!

Sí, la unidad es posible cuando no tratamos de dominar, sino de tratar a los demás como queremos ser, de respetar a los demás tanto como deseemos y de esforzarnos al máximo. La diversidad tal como es nos invita a todos a un ritmo común para todos, es un camino hacia la armonía. Sin duda, se puede alcanzar sin esperar que empiecen los demás, sino nosotros mismos.  La pregunta es: ¿Cómo podemos llegar los unos a los otros cuando la brecha creada por los prejuicios ha sido el escudo que abrazamos cada día? Tal vez, el ejemplo de escucha que Jesús hizo a la mujer sorprendida en adulterio sea una buena invitación a que dejemos que los demás nos hablen, a que los amemos como son y no como queremos que sean. De hecho, la cita de las palabras del P. José Cristo Rey García Paredes, CMF describe verdaderamente esta intención: Amar es la mayor gracia.

Vayamos por el mundo a trabajar porque creemos en el bien que el Espiritu nos anima y ilumina hacia el final.

Nini Rebollos

Basilan

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