¿Esposas o discípulas de Jesús?

Quiero contarles una anécdota que me paso recientemente, nos puede dar alguna luz en nuestro camino de Misioneras Dominicas del Rosario, si ese camino lo hemos recorrido como esposas o discípulas de Jesús. O quizá lo iniciamos como discípulas y más tarde pasamos a ser esposas, o lo iniciamos como esposas y descubrimos más tarde que era como discípulas, ahí cada una sabe y no podemos engañarnos.

Bueno, a lo prometido, lo que me pasó en clase de Historia de la Iglesia, debo ponerlas en contexto. Desde hace tres años iniciamos con Rosa María Marmolejos y Geraldina Céspedes la Escuela de Teología y Pastoral Tatic Samuel para la formación de Laicas y laicos. Aunque ellas ya no están aquí la Escuela sigue con las hermanas que estamos actualmente Eneida, Yaneth (ahora ausente) y yo. Al hablar de las ordenes religiosa que llegaron en la primera evangelización cuando la conquista que son: Dominicos, Franciscanos y Mercedarios… Me preguntaron, que ¿por qué eran tres distintas? Intenté explícales su origen, carisma y aporte de cada una, pero la cosa no quedaba tan clara y puse un ejemplo actual. Bueno, aquí en San Cristóbal de las Casas estamos distintas familias religiosas, por ejemplo, están las Hnas. Clarisas y estamos nosotras. Les pregunto, ¿somos lo mismo, quieren que nos juntemos todas? Se quedaron en silencio y después dijeron que no éramos lo mismo. Para simplificar el diálogo, dijimos que somos distintas, no sólo en el modo de vestir (ellas llevan el mismo habito que su fundadora hace 75 años), sino en nuestro pensamiento, “ellas son esposas de Cristo y yo (nosotras) soy discípula de Jesucristo”.

¿Qué hay de fondo? Un modo de entender nuestra vida distinto, una teología de la vida consagrada distinta, un modo de situarnos en la vida y con la gente distinto. No estoy hablando de la calidad de nuestra entrega, ni de la ética de nuestra vida, sino de lo que sustenta nuestro compromiso en medio del pueblo. No podemos seguir pensando o enseñando que somos las esposas de Cristo, esa es una teología preconciliar. El desafío nuestro es como situarnos como mujeres consagradas en una familia religiosa siendo pueblo, sin buscar status, privilegios.

Estamos en un tiempo de sinodalidad, desde lo que somos, con un carisma que sigue siendo actual, ¿cómo contribuimos a ese “caminar juntos y juntas” sin privilegios? Empujando una Iglesia-comunidad, una Iglesia en salida, una Iglesia Hospital de Campaña… y, todo lo demás que el Papa Francisco dice. No podemos seguir reforzando una Iglesia jerárquica y tratando de encontrar nuestro lugar en esa pirámide. Acaso nos parece poco recibir el don del Bautismo que nos hace sacerdotisas, profetas y servidoras… Recordemos lo que san Agustín de Hipona decía a los cristianos, “Con ustedes soy cristiano para ustedes soy obispo”. Ahí está nuestra grandeza, somos bautizadas y debemos reactivar todas las energías que surgen de ese regalo.

Somos discípulas, como aquellas y aquellos primeros seguidores de Jesús que en el camino recorrido con Él lo fueron descubriendo, amándolo… Situémonos caminando con María de Magdala, con Pedro, con cualquiera de los discípulos o discípulas en actitud de aprender y dejarnos sorprender por Jesús.  Volvamos a Jesús y a los pobres, como nos insiste tanto el Papa Francisco, en nuestro caso a las pobres. Escuchemos el grito de las mujeres y de la Madre Tierra, esto nos situará en actitud de discípulas. Abramos nuestra casa a la amistad con la gente como Marta y María y ahí descubriremos a Jesús. Pongamos nuestra vida, nuestros talentos, nuestro tiempo al servicio de los pobres como lo hicieron las mujeres del evangelio (lc 8, 1-3).

Los evangelios siguen siendo nuestro libro de inspiración como lo fueron para Ramón Zubieta y Ascensión Nicol, como lo fue para Domingo de Guzmán. No nos perdamos en explicaciones fáciles de nuestra opción, ni la presentemos como un camino nuestro. El camino es el de Jesús: “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida”. ¡Vaya programa que tenemos! Animo, y perdonen mi atrevimiento, pero son tiempos de ir a lo esencial.

Humbelina del Caño, Misionera Dominica del Rosario en San Cristóbal de Las Casas-México

Compartir esta publicacion