Recuperamos la esperanza, Guatemala nunca más será sin los pueblos

“En esa gesta histórica la fe jamás hizo falta. La oración y los servicios religiosos acompañaron cada día, los distintos plantones que defendieron la democracia del país.”

El 2023 fue un año épico para Guatemala. Era un año electoral, en el que, a pesar de que muchas instancias sociales y civiles habían apostado por la formación ciudadana, el panorama no era halagüeño. 26 de 30 partidos políticos buscan perpetuar en el poder a las fuerzas antidemocráticas, que han vivido de impunidad, corrupción y violencia por años. Las elecciones fueron en junio y con ellas se abrió una brecha a la esperanza que se consolida en agosto, en una segunda vuelta electoral que lleva al ejecutivo a un binomio presidencial propuesto por un partido político pequeño, nuevo, integrado en su mayoría por jóvenes bajo el liderazgo de su presidenciable, hijo de uno de los presidentes que hizo historia en Guatemala por generar nuevas rutas para el país, allá por las décadas de los 40’s, en el período conocido como la Primavera democrática del 1944-1954. Dicho triunfo electoral activó todos los mecanismos de las mafias que se resisten a salir del Estado y, con el Ministerio Público como su principal operador, inició una cacería de brujas contra el binomio ganador y su partido político, que terminaron afectando a toda la población. No solamente abrían procesos penales espurios contra el partido, sino que atacaron al Tribunal Supremo Electoral, máximo órgano rector del proceso y secuestraron las urnas en las que el pueblo había emitido su decisión. Un golpe estado se gestaba, aún antes de que el binomio electo tomara posesión de sus cargos.

Frente al riesgo de perder la poca democracia de Guatemala, un actor importante -y mayoritariose movilizó: los pueblos originarios, que bajo el liderazgo de sus autoridades ancestrales y comunitarias lideraron una gesta histórica que nos llevó a seguir respirando esperanza y creer en Otra Guatemala Posible, con el concurso de todas y todos. Del 02 de octubre de 2023 al 15 de enero de 2024, los pueblos originarios de Guatemala lideraron una lucha pacífica, a la que se sumaron distintos sectores organizados y no organizados de la sociedad con plantones en diversos puntos del país, teniendo como punto central la calle frente al edificio que ocupa el Ministerio Público. La demanda: el respeto a la democracia y la renuncia de quienes habían dirigido el secuestro del voto popular: la fiscal general y 2 de sus fiscales, así como el juez que dio la orden judicial. Las autoridades ancestrales y comunitarias dieron cátedra y cambiaron las formas de protesta social acostumbradas en la ciudad. Las vuvuzelas se sustituyeron por discursos con contenido político; las palabras disonantes fueron excluidas de dichos discursos, en los que siempre existió un poderoso llamado a la lucha pacífica. No manchar y mucho menos dañar la infraestructura pública fue otra de las características de dicha protesta y un llamado constante a protestar con el rostro descubierto, porque cuando se defiende la democracia se hace “con la cara y las manos limpias” decían. Nos enseñaron que todas y todos podemos ser parte activa de la lucha y defensa de la democracia, de diversas formas.

Saliendo a las calles con carteles y discursos, si, pero para aquellos que no podían, también era importante llevar un plato de comida, un poco de música, algo de arte, en los momentos que pudieras. A esta lucha aportaron incluso quienes tuvieron que abandonar el país, migrantes guatemaltecos en todo el mundo fueron parte de la lucha por la democracia. En esa gesta histórica la fe jamás hizo falta. La oración y los servicios religiosos acompañaron cada día, los distintos plantones que defendieron la democracia del país. Fueron 106 días en que las comunidades indígenas nos enseñaron la dimensión de la fe y de cómo se vive de manera colectiva. Fueron 106 días en los que los pueblos compartieron sobre organización comunitaria, sobre solidaridad, sobre resistencia, digna resistencia. 106 días en que las autoridades ancestrales y comunitarias movilizaron dignidad y reconocimiento. 106 días que hoy nos permiten escribir una nueva historia para Guatemala, con el protagonismo y liderazgo de las autoridades ancestrales y comunitarias.

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