NUEVA RUTA

El compromiso de servir lleva a recorrer un largo camino e incluso a destinos desconocidos. Si alguna vez pudiéramos leer las enseñanzas sociales de la Iglesia, nos envía, nos impulsa a predicar y a ser heraldo y testigo de caminos desconocidos, a ser fuertes, confiados en el Señor, valientes y a no desfallecer nunca en el camino. San Pablo afirma incluso que nuestro objetivo en la vida es llevarlo todo en Cristo…

Y así, somos enviados, enviados en misión.

Estamos insertos en una comunidad donde reside la mayoría de la gente cristiana, pero un kilómetro más allá hay una mezcla de culturas, tradiciones y religiones. Se convierte en una comunidad compleja de agricultores, conductores, profesores, pescadores, empleados del gobierno, propietarios de pequeñas tiendas, vendedores y recolectores de caucho. En esta isla, la realidad en la que vivimos habla de aspiraciones humanas, frustraciones, sufrimiento y esperanza. Es lo que nos lleva a seguir sembrando las semillas del bien en medio de los retos de sostenibilidad, los peligros de seguridad que pueden cruzarse en nuestro camino.

Trabajamos con las familias para proteger a los niños y garantizar su participación en programas y servicios mediante su escolarización. Buscamos la posibilidad de trabajar junto con otros grupos para lograr la finalización educativa de los niños. Porque creemos que la manera de ayudar y llevar a otros a cruzar el puente de la indiferencia e incluso de la pobreza es a través de la educación. Nuestra Fundadora la Beata Ascensión Nicol Goñi ejemplificó el reto de formar niñas en plena selva del Perú. Cómo esos años de convivencia con algunas hermanas de la comunidad ha cambiado la vida de muchas familias nativas a través de su confianza en el bien que acontece en esa parte del globo. Debe ser el coraje y el ardiente deseo de hacer el bien que se implantó en los corazones de la gente, para seguir adelante y arriesgarse confiando sus vidas a la providencia de Dios.

¿Dónde debemos estar con esta generación? En esta misma región de Filipinas, seguimos encontrando formas de llegar a lugares remotos, a isleños que nunca habían visto tocar tierra a un religioso en una zona escolar a la que pertenecen. Solía ser el refugio y el hogar de gente sin ley, de los que entonces se desviaban del gobierno. Sin embargo, estas son las generaciones más jóvenes con las que queremos compartir la vida para llevarlos buenas nuevas y animarlos a que hay otra forma de vivir la vida. Estar en la escuela que en las orillas vigilando o pescando, en todos los sentidos de la palabra.

¿Hay esperanza en comprometerse con ellos? Sinceramente, vemos esperanza y seguimos esperando por amor para la vida de los niños. Nos esforzamos por aventurarnos en nuevas rutas, construir lazos y comprometernos con sus líderes locales, otros grupos, crear redes con otras agencias y la comunidad. Sabemos que el camino es estrecho y largo, pero creemos que siempre hay una manera mejor de vivir para todos mientras el Señor nos acompaña en estas luchas por dignificar la vida humana. Recordando la misión que compartimos como el mismo Papa Francisco nos invita a aventurarnos por el cuidado y protección de los menores. Que, todos somos familia bajo el cielo.

Nini Rebollos

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