Nada diferente a lo que pasa hoy con nuestros gobernantes que anteponen sus intereses personales al bien común, creyéndose dueños y señores del pueblo y de su riqueza.
Qué bien nos haría a todos que nuestros dirigentes trabajen como administradores y no se sientan dueños de la “viña” para que no caigan en la tentación de apropiarse de ella.
¿Qué espera Dios de nosotros?
Posiblemente Dios no espere nada de nosotros ¿Qué podemos darle? Él es el que se nos da totalmente. Lo que Dios espera de nosotros no es para Él, sino para nosotros mismos. Lo que Dios quiere es que todos lleguemos a alcanzar la plenitud. Jesús ya lo hizo.
Que San Francisco nos ayude a cuidar la viña.