CURSO FORMACIÓN MISIONERA INTERNACIONAL, REPENSANDO Y REVITALIZANDO LA MISIÓN

Desde el 2 de noviembre hasta el 11 de diciembre tuve la gracia de participar en el último Curso que impartió el equipo de formación misionera internacional de los Misioneros de Maryknoll por medio de la plataforma Zoom, el lema que nos convocó “Yo soy una misión en esta tierra”.

 

 Los Misioneros Maryknoll llevan 55 años impartiendo formación a las comunidades de América Latina y el Caribe y a los latinos de Norte América. Han contribuido muy positivamente a la Iglesia, comunidades y sociedad civil en los procesos de transformación y de evangelización liberadora, y como ellos señalaron van a seguir siendo fermento para la misión desde otros espacios.

 

Constó de tres módulos: La misión de la humanidad: origen común y pertenencia mutua, Raíces de la inequidad en América Latina y Espiritualidad misionera.

 

La modalidad fue muy participativa, con momentos personales de oración y reflexión y tiempos de encuentro con las pequeñas comunidades que se formaron.

 

Entre los aprendizajes más importantes que nos entregaron fueron:

 

  • La conexión con nuestro origen como humanidad: «Parece que el universo de alguna manera sabía que algún día íbamos a llegar», y preparaba todo para que pudiéramos ser acogidos y hacer nuestro camino de ascensión en el proceso evolutivo. Curiosamente, cuando en el proceso evolutivo aparecieron las flores, en ese momento surgió nuestro antepasado. Parece que el universo y Dios le prepararon una cuna de flores para resaltar la alta calidad de este ser que estaba iniciando su jornada por los siglos hasta llegar a nosotros” (Leonardo Boff)

 

  • La vida y misión de Jesús es integral, el Reino incluye salud espiritual y corporal (perdona pecados y cura enfermos), predilección por los pobres (bienaventuranzas y milagros), refleja el rostro misericordioso del Padre (come con pecadores (Lc 15,1-3), habla al pueblo en parábolas (Mt 13), sabe escuchar y cambiar de opinión (la cananea, Mc 7,24-30), forma una comunidad de discípulos para que estén con él y enviarlos a predicar el Reino y sanar enfermos( Mc 3,15)

 

  • La pandemia ha hecho visible una serie de situaciones que han agravado las diferencias socioeconómicas, la situación de género y la situación de los pueblos indígenas en el territorio Latinoamericano. Ante dichas situaciones la mirada y acción misionera no puede quedarse pasiva, se hace imprescindible reconectarse con la dimensión social de nuestra opción misionera. “No puede haber anuncio del evangelio, sin repercusiones sociales comunitarias.”

 

  • el capitalismo, el patriarcado y el colonialismo, que debemos de deconstruir, interpretar y discernir al momento de propiciar acciones para su transformación. Estas tres categorías han contribuido a generar desequilibrios, vulnerabilidades y roto vínculos. Es vital poder reconocerlas para generar procesos de conversión, ya que las mismas están insertas en nuestras relaciones y vínculos actualmente.

 

  • Para realizar cambios hay que recuperar una mística que nos permita revincularnos y reconocer la interdependencia que tenemos con todos los seres vivos y el cosmos entero. Una mística misionera alimentada por tres dimensiones: reconocer nuestra fragilidad, tirar el manto (como Bartimeo) y reconocer que somos tierra.

 

  • La profecía iluminada por las certezas de que necesitamos cambiar de lugar, de óptica, dejarnos convertir, habitar espacios y territorios con sentido, escuchar cuál es la Buena Noticia que esperan los pobres de nuestro continente, tener una perspectiva de proceso, de apertura a la diversidad y en comunión con la vida.

 

Todos los elementos que nos entregaron fueron muy iluminadores para nuestro caminar misionero.

 

Termino con una oración que nos compartió Adriana Curaqueo, de un libro de Laura Esquivel.

 

La bendición de la abuela

 

“La abuela, entonces, de una cesta donde guardaba sus pertenencias tomó un collar y una pulsera de jade, y mientras se la colocaba a su nieta, con voz serena la bendijo de esta manera:

 

– Que la tierra se una a la planta de tu pie y te mantenga firme, que sostenga tu cuerpo cuando éste pierda el equilibrio.

 

– Que el viento refresque tu oído y te dé a toda hora la respuesta que cure todo aquello que tu angustia invente.

 

– Que el fuego alimente tu mirada y purifique los alimentos que nutrirán tu alma.

 

– Que la lluvia sea tu aliada, que te entregue sus caricias, que limpie tu cuerpo y tu mente de todo aquello que no le pertenece.”

 

Hermana Jacqueline Sothers

La Paz- Bolivia.

Compartir esta publicacion