SALUDO PASCUAL…

Muy queridas hermanas:

A las puertas de la Celebración de nuestro XXI Capítulo General, experimentamos una vez más, que Jesús Resucitado “va delante de nosotras”, guiándonos y acompañando nuestro peregrinar congregacional, “de día, en una columna de nube para guiarnos por el camino y de noche en una columna de fuego para alumbrarnos, a fin de que andemos de día y de noche”. (Éxodo 13,21)

Él es el Caminante, el Atrayente, El Veraz, el Acogedor…nombres nuevos que Dolores Aleixandre, Víctor Herrero y Fernando Rivas nos presentan en el libro “Jesús, 33 nombres nuevos”. La autora nos comparte que se atreve a adjudicar a Jesús “33 nombres nuevos, buscados más allá de sus grandes títulos cristológicos (Señor, Hijo, Siervo, Maestro…) y “hallados por ventura” al pasear tranquilamente por las páginas del Evangelio”.

Un libro pequeñito de un contenido muy rico y profundo que nos puede inspirar en este tiempo de preparación para un acontecimiento tan importante en nuestra vida congregacional como es la Celebración de un Capítulo General.

Jesús, el Atrayente

“Cuando sea levantado sobre la tierra, todo lo atraeré a mi” (Jn 12,32).

 

“Los Evangelios hablan en numerosas ocasiones de su poder de atracción: acudían a Él las multitudes, iban a su encuentro (Mc 1,45; 2,13) recorrían largas distancias para llegar donde Él estaba (Mt 4,25), no dudaban en seguirle hasta lugares desiertos, se le adelantaban corriendo cuando intentaba retirarse a descansar (Mc 6,13). Se agolpaban a la puerta de la casa en que estaba o se le echaban encima para tocarle (Mc 3,10); llegaban hasta él llevando a sus enfermos en camillas, le suplicaban que les dejase tocar al menos el borde de su manto “y todos los que le tocaban quedaban salvados”. No “curados” sino “salvados” (Mc 6,56). (Dolores Aleixandre)

Somos mujeres atraídas por el rostro del Resucitado. Si cada una de nosotras, desde nuestra originalidad única revivimos las actitudes y sentimientos de Jesús, despertaremos en los otros la memoria atrayente de Él.

Sólo viviendo enraizadas en el Resucitado podremos ser sal y luz para el mundo mostrando el poder humanizador del Amor en que creemos: “Quien dice que permanece en Él debe vivir como vivió Él”. 1Jn 2,6.

¿Somos nosotras, Misioneras Dominicas, memoria atrayente de Jesús? ¿Nuestras vidas tiene el sabor de las seguidoras de Jesús? ¿La calidad de nuestra vida provoca experiencia de Dios, memoria de Él? ¿Comunicamos alegría a partir de una vida gozosa?

Jesús, el Confiado 

“Ha confiado en Dios” (Mt 27,43)

“Al curar a la hija de la cananea o al niño epiléptico y al devolver a la vida al hijo único de la viuda o a la hija de Jairo, trataba de comunicar a aquellas madres y padres algo de la pasión de Dios por cada uno de sus hijos… Era su manera de decirles “Dios está a vuestro lado”, es el “Dios con vosotros” que desea vuestro crecimiento y vitalidad y sólo pide vuestra entrega confiada. No sois fruto del azar ni estáis abandonados en medio del universo: habitáis en el centro de sus entrañas y su voluntad sobre cada uno es daros vida y vida en abundancia” (Dolores A.)

Esta es nuestra verdad y nuestra fuerza, Jesús Resucitado es “el áncora firme de nuestra vida” Hb 6,19. Con Él estamos seguras que no hay situación adversa que no se pueda convertir en posibilidad de algo nuevo y transformador. Dios está de nuestro lado y sabemos que nada es imposible, que podemos colocar nuestra existencia en sus manos y dejar que el Señor nos muestre el camino que juntas recorreremos. Jesús, Nuestro Señor, el Confiado, ha resucitado. ¿Es nuestra confianza, una confianza sólida, firme y esperanzada que nos alienta a caminar seguras de que Él es fiel a sus promesas y estará con nosotras hasta el fin de los tiempos?

Jesús, el Admirador 

“Al oírlo, Jesús se admiró y, volviéndose, dijo a la multitud que lo seguía: Una fe semejante no la he encontrado ni en Israel” (Lc 7,6)

“En varias ocasiones Jesús aparece como sujeto del verbo “admirarse” … ¿Qué es lo que admiraba?…Un día sus discípulos le invitaron a admirar las grandes construcciones del Templo, pero su respuesta fue de indiferencia: pronto no quedaría nada de todo aquello. Pero si la grandiosidad de las edificaciones no le había causado admiración, sí se la causó el gesto de una viuda pobre echando sus dos moneditas en el tesoro ((Mc 12, 41-44). Y ella nunca llegó a saber que un desconocido la había convertido en modelo del que sus discípulos debían aprender. (Dolores Aleixandre)

Muchas veces nos acercamos a la realidad desde una mirada utilitarista y ya nada nos asombra ni sorprende. Sin embrago, la mirada de Jesús, el Admirador, es libre y creativa, ve lo que no se ve a primera vista porque sabe leer la realidad en profundidad. Se sorprende, se admira y sus entrañas se conmueven ante la belleza interior de cada persona y de toda la Creación.

Jesús nos invita a abrir los ojos y recuperar nuestra capacidad de asombro: “Fijaos como crecen los lirios…” (Lc 12,27)

¿En nuestra vida diaria, cultivamos la atención y la capacidad de asombro desde una mirada contemplativa de la realidad? ¿Nuestra vida ayuda a los demás a tomar conciencia de la presencia de Dios en los acontecimientos del día a día?

Jesús, el Acogedor

“Éste acoge a los pecadores y come con ellos” (Lc 15,1)

“Desde el comienzo de su actividad se había corrido el rumor: un galileo itinerante convocaba a todos los despreciados y agobiados y les prometía descanso (Mt 11,28). Muchos se iban detrás de él, incluso hasta el desierto, y más de una vez dio de comer allí a la muchedumbre que le había seguido (Mc 6, 33-41). Eran extraños banquetes sobre suelo de hierba, pero quienes participaban se daban cuenta, oscuramente, de que los había conducido allí aquel Pastor del Salmo que guiaba hacia fuentes tranquilas (Sal 23,2) y disponía para los últimos un festín esplendido. (Is 25,2)” (Dolores Aleixandre) Jesús dominaba el arte de la acogida, del encuentro, de la aceptación y la hospitalidad. Jesús acoge nuestra debilidad y se deja afectar por ella. Jesús tocó con ternura los cuerpos considerados impuros e indignos de ser amados, los ojos de los ciegos, los oídos de los sordos, la piel de los leprosos…

Estamos a tiempo de aprender el arte de la acogida, de la ternura y de la calidez porque somos discípulas de Jesús, el Acogedor. ¿Nos dejamos nosotras tocar y afectar por el mundo herido?

Jesús, el Veraz 

“Maestro, sabemos que eres veraz y que no buscas el favor de nadie, porque eres imparcial y enseñas el camino de Dios con verdad” (Mc12, 14)

Parecía estar siempre situado en unos ángulos de visión diferentes de los habituales y eso le hacía lúcido y le permitía relativizar la interpretación dominante de la realidad…Sus afirmaciones abrían una fisura por la que se introducía la sospecha: ¿Y si las cosas no fueran lo que parecían? ¿Y si Dios mirara las cosas de otra manera? ¿Y si los últimos fueran los primeros y los que se creían importantes carecieran de valía? Cambiaba las referencias y sus palabras deconstruían y desmontaban la autoridad de los que se erigían como maestros: “Mirad los pájaros, mirad los lirios del campo” decía (Lc 12, 23-31) Aprended de ellos la despreocupación por el día de mañana, la confianza en el cuidado del Padre, son ellos los que están en lo cierto y su magisterio va mucho más allá del vuestro. (Dolores Aleixandre)

Jesús fue el hombre libre por excelencia. Un comunicador de buenas noticias que a través de un lenguaje simple y directo cuestionaba e interpelaba. Siempre fiel a la verdad, su sí, era sí y su no, era no, asumiendo las consecuencias que esto le podía acarrear.

¿Nuestro sí es sí y nuestro no es no? ¿Nuestra vida interpela, cuestiona, plantea preguntas y ayuda a discernir?

Jesús, el Caminante 

“Acercándose, caminaba en su compañía” (Lc 24,15)

Con frecuencia aparece como sujeto de verbos de movimiento: ir, llegar, marchar, atravesar, desembarcar, cruzar, salir, entrar, levantarse, seguir, recorrer…” Hoy, mañana y pasado tengo que continuar mi viaje.” (Lc 13,33) …Sus desplazamientos tenían unas veces un destino fijo: “se retiró a Galilea” (Mc 4,12); “fue a Nazaret donde se había criado…” (Lc 4,16; “bajó a Cafarnaúm” (Lc 4,31), “volvió a Betania” (Mc 11,11); “camino de Jerusalén, recorría ciudades y aldeas” (Lc 13,22)…En su Resurrección cita a sus discípulos no en Jerusalén, sino en Galilea, el lugar donde había empezado todo: “Id a avisar a mis hermanos que vayan a Galilea, allí me verán” (Mt 28,10) No había perdido sus hábitos de caminante. (Dolores Aleixandre)

Jesús, el Caminante, va delante de nosotras. El Resucitado siempre nos invita a ponernos en camino, a permanecer en movimiento, sin instalarnos ni detenernos. Debemos ir con premura a Galilea, la tierra de los últimos y olvidados para reencontrarnos con Él y recibir la vida, el aliento y la fortaleza que nos quiere regalar. ¿No caminaron nuestros Fundadores y nuestras primeras hermanas sin desfallecer y sin descanso hasta donde el Señor les indicó? ¿Tenemos nosotras la misma pasión?

Queridas hermanas, celebremos la Pascua de la Resurrección del Señor con el deseo de que su Paz transforme y resucite nuestro mundo golpeado por la injusticia, la violencia y la guerra.

Pidamos también que ilumine con una nueva luz nuestro próximo Capítulo General y nos ayude a encontrar el significado fundamental de nuestra vida y misión. ¡Feliz Pascua de Resurrección!

Un abrazo con mucho cariño.

María Raquel Gil

Coordinadora General MDR.

Compartir esta publicacion