UNA ALEGRE EXPERIENCIA

Justo después de nuestro compromiso final con los tres Consejos Evangélicos, hemos sido enviados a diferentes campos de misión.  Yo, junto con una de mis compañeras, la Hna. Nelia, fuimos enviadas a una nueva misión, que es enseñar en la Escuela Internacional Dominicana de Kaohsiung.

Personalmente, me siento tan humilde y mi corazón está lleno de gratitud por el maravilloso privilegio de estar en esta Misión que nos fue confiada a mí y a mi compañera por las hermanas. Siento que el privilegio de enseñar no tiene que ver sólo con el nombre o el nivel de la escuela como internacional, sino que me di cuenta de que es otra forma de evangelizar a otros rostros de la pobreza. Materialmente rico no significa que seas completamente rico en todos los aspectos de la vida. Son pobres en el aspecto de la espiritualidad y los valores de la vida.

La vicedirectora del colegio Hna. Jane Bergado, OP nos recuerda que nuestra presencia allí está más en testimoniar y anunciar el Reino de Dios, viviendo los valores evangélicos de Jesús, compartiéndolos con nuestros alumnos desde lo más profundo de nuestro ser. Sentimos que estamos allí no sólo como profesores, para enseñar una determinada materia, sino que estamos allí, lo más importante, como Misioneras que, en primer lugar, estamos testimoniando inclusivamente el gran amor de Dios que experimentamos diariamente.

Ambas, experimentamos al estar con ellos durante un par de meses en la escuela, sentimos que nuestra presencia es algo diferente a la de los otros instructores en la escuela, y el Espíritu Santo nos está recordando que no es suficiente sólo compartir o decirles que Dios es amor y Él los ama, sino que es cómo les hacemos sentir que son amados con nuestro ejemplo, de nuestro testimonio del amor de Dios inclusivo.

Que el celo misionero de nuestros fundadores la Beata Ascensión Nicol y Monseñor Ramón Zubieta y Les siga inspirando y viviendo en nuestros corazones, mientras continuamos llevando adelante la misión que ellos han impreso en cada uno de nosotros. ¡Viva el MDR!

Mariana Dos Santos Barreto

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