LA VIDA RENOVADA EN DIOS
- Hnasmdro
- mayo 30, 2023
- Experiencias MDR
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EL SEÑOR RESUSCITÓ VERDADERAMENTE
¡¡¡ALELUYA!!!
La Pascua de Resurrección de este año tuvo un sabor diferente. Cristo resucitado sigue vivo en nuestras vidas. La Resurrección no es una teoría o evento del pasado, sino una experiencia que cada día y cada año celebramos, no solo para recordar o cumplir el calendario litúrgico, sino celebrarlo como una experiencia fundacional de la fe que renueva nuestro compromiso con la vida vivida en Cristo Jesús, que nos revitaliza y nos restaura a la vida de gracia y pertenencia a Dios que nace, crece, muere, resucita y se convierte en Espíritu para marcar mejor su presencia entre nosotros a través de eventos reales, en los que la vida se celebra desde lo más profundo de nuestro ser. Esto es lo que experimenté en esta Pascua: cantar el Aleluya con la presencia de 4 jóvenes en nuestra comunidad.
Fue un revivir de hace 21 años cuando llegaron las bebés y hoy celebro con ellas la alegría y gratitud al Dios de la vida que las ha guiado y protegido. Es Dios quien se hace presente. Hoy veo la acción de Él en la vida de estas “bebés”, y desde lo más profundo de mi ser, dejo escapar un canto de alabanza: ¡¡Gloria a Dios en las alturas!! ¡A Él honor y alabanza! ¿Quiénes son estas “niñas” de Dios y por qué me regocijo tanto con su presencia en mi vida? Trataré de compartir un poco sobre cada una de ellas:
La guerra en Angola ha dejado muchos huérfanos y familias divididas, muertes, refugiados y hambre. Fue en estas condiciones que nuestras preciosas chicas llegaron a nosotras en nuestra comunidad en la misión de Kalandula. La presencia de las MDR en esta comunidad fue una bendición para muchas familias refugiadas de la guerra. Kalandula fue llamada la misión de la resistencia. En 2002, después de la firma de los Acuerdos de Paz, muchas personas salieron de la selva para la misión a pedir ayuda, apoyo de salud o la hospitalización de pacientes en estado grave. También nos trajeron muchos niños huérfanos recién nacidos. En ese momento teníamos en el internado a más de 20 niñas y más de 15 niños bajo nuestro cuidado, con edades entre 20 y 4 años, cada niño o niña venía con su historia. Algunos eran huérfanos, otros los padres acababan muriendo en la Misión y las hermanas hacían el funeral y acogían los niños en el internado, otros tenían padres que habían huido de la guerra y nunca volvieron a aparecer. Pero el caso de estas chicas fue diferente. Todo comenzó después de la llegada de Paz, en abril de 2002, cuando las personas que se escondían en la selva regresaban a las aldeas de origen. ¡Todas ellas debilitadas por anemias, enfermedades crónicas y desnutrición, no tenían nada, sin alimentos, sin la sal, sin el aceite, nada!…
En los primeros meses después de la firma de los Acuerdos de Paz, recibimos en nuestra comunidad a María Manuela (Ya), que tenía 18 meses, y con ella vinieron 6 hermanos. María Manuela llegó en un estado de salud muy crítico y con anemia avanzada. La primera noche que pasó con nosotras fue ingresada de emergencia en el hospital, necesitando de una transfusión de sangre y de la intervención de muchas personas para salvar su vida de. Poco a poco se recuperó y creció con buen físico y humor.
Palmira (Camila) también la recibimos con 1 año de vida, pero parecía tener solo un mes de debido a la desnutrición generalizada que tenía. Ella es huérfana, su madre murió después de su nacimiento, estando al cuidado de su abuela que también murió meses después, ahogada en el río con la bebé en su espalda. Fue por milagro que Palmira se salvó. Las personas que pasaban ayudaron a los dos salvando la niña y la llevaron al internado, porque no había otro miembro de la familia que la cuidara.
Alexandra (Baby) también es huérfana. Su madre murió después de dar a luz y la bebé fue acogido por la comunidad de Malange. Debido al grave estado de salud que presentaba la bebé, las Hermanas la dieron en adopción en una familia y desde ahí hacían el acompañamiento y asistencia de la familia. Años más tarde murió la señora que la cuidaba. Baby todavía necesitadas de cuidado y asistencia e las hermanas la acogieron en la comunidad y luego se unieron a los otros niños de Kalandula, que la acogieron como hermana.
Serafina (Fininha) también es otra historia, esta no es huérfana. Su madre tenía depresión posparto y quería era asfixiar al bebé. Después de varios intentos de matar la niña, un buen día fue a enterrarla en un agujero, pero gracias a las personas que pasaban por allí en ese momento, fue rescatada y llevada al hospital de la Misión acompañada por su padre y también de la madre para someterse a tratamiento. Debido al estado de salud de su madre, Fininha terminó quedándose con nosotras, porque necesitaba atención médica especial para sobrevivir.
Hoy estas jóvenes están integradas en familias generosas que las han acogido como hijas, cuidándolas y pagando sus estudios. Dos están en 2º curso de universidad y las otras dos a terminar el bachillerato de Enfermería. Entre ellas tienen un vínculo de hermandad muy grande. Inseparables, se aman como si fueran hermanas de sangre. Todas tienen un sueño común: crear un espacio para acoger a los niños necesitados. ¡Es Dios quien hace maravillas y apunta caminos! Esta fue una experiencia muy valiosa para mí. Porque mi preocupación siempre ha sido, ¿cuál sería el futuro de estas niñas? Al verlas hoy, ¡solo tengo que agradecer a Dios, el autor de todo!
Salvar vidas es nuestro lema. El lema que nos motivó como MDR en la misión de Kalandula. ¡Todo para toda la vida!
Rita João
Viana – Angola